Nada más íntimo que el baño y nada más público que las redes sociales. En el espacio cada vez más difuso que distingue lo público de lo privado es que logré mis quince minutos de fama en Twitter. La historia comienza así: una tarde compré en una casa de decoración una cortina de baño con cálculos matemáticos para mis hijos adolescentes. Unos días después, el mayor, que estudia Ciencias de la Computación en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, lanzó la frase que luego se viralizaría: