Nada más íntimo que el baño y nada más público que las redes sociales. En el espacio cada vez más difuso que distingue lo público de lo privado es que logré mis quince minutos de fama en Twitter. La historia comienza así: una tarde compré en una casa de decoración una cortina de baño con cálculos matemáticos para mis hijos adolescentes. Unos días después, el mayor, que estudia Ciencias de la Computación en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, lanzó la frase que luego se viralizaría:

-    Che, ma, ¿la cortina con errores me la compraste a propósito? 

Le pregunté si realmente tenía tantos errores y la respuesta me desarmó porque yo jamás habría podido detectarlos: “un montón, y bastante elementales”. Saqué una foto de la cortina y le pregunté si podía subirla a Twitter, aunque se negó la subí igual,  sin poner su nombre ni detalles que pudieran identificarlo.  

No soy influencer, pero desde el momento en el que subí el tuit ingresé en una montaña rusa. Pocas horas después ingenieros, matemáticos, docentes y estudiantes se abocaron a detectar y discutir los errores, mientras otros tuiteros me pedían que dejara que mi hijo fuera al baño en paz y hasta estuvieron los que subieron sus propias cortinas fallidas. 

El tuit dio la vuelta al mundo en pocas horas: llegó a las 9 millones de vistas, un millón de interacciones, 213 mil likes y casi 1.500 respuestas. Conté la experiencia en mi columna de radio Continental y recibí decenas de respuestas y comentarios de los oyentes. Fue tendencia en Australia, me entrevistaron de uno de los programas radiales más escuchados de España, mi hijo fue entrevistado en televisión y la cátedra de una universidad decidió incluir la cortina en su programa de enseñanza para que los estudiantes descubran los errores.

Las redes son un fenómeno indescifrable.  Jamás hubiera imaginado semejante repercusión, me sorprende la cantidad de gente interesada en la matemática, el sentido del humor de los tuiteros, la necesidad de compartir experiencias cotidianas de uno a otro punto del planeta. Trabajo en medios desde hace muchos años, trato cada día de encontrar temas y enfoques novedosos, de armar una agenda interesante, pero lo que pega, al final, es esta delicia de la vida cotidiana.

¿Qué extraño designio puso la cortina de mi baño en la agenda mundial? ¿Cómo redefinimos el concepto de noticia? ¿Cuál sería la noticia, los errores en la cortina, o la viralización de esta escena de la vida cotidiana por obra y gracia de las redes sociales?

No hay algoritmo que pueda con el misterio de la condición humana ¿o sí?