Mason Greenwood era una gran promesa del Manchester United, un protegido de Cristiano Ronaldo y de la dirigencia, que apuntaba a su explosión como estrella de la cantera del club. Pero todo cambió cuando su novia Harriet Robson, lo denunció por violencia y exhibió en las redes sociales, las consecuencias físicas sufridas por el maltrato de Greenwood.

Una sociedad distinta, un funcionamiento institucional diferente. El jugador fue denunciado y luego de tomársele declaración, recuperó su libertad bajo fianza, pero para su carrera deportiva nada de eso importó.

Inmediatamente, el Manchester United retiró su nombre de la lista de búsquedas en la tienda online del merchandising oficial, es decir, no se pudo adquirir más ningún producto con su nombre. Por otro lado los sponsors del club, por ejemplo TeamViewer o Cadbury, retiraron al futbolista de cualquier campaña y Nike rompió su acuerdo con Greenwood y manifestó en un comunicado que: "Estamos profundamente preocupados por estas inquietantes acusaciones y seguiremos de cerca la situación".

Pero eso no fue todo. Los hinchas del United, se agolparon en la web y en el club pidiendo que la institución les devuelva el dinero correspondiente a la compra de camisetas con el dorsal de Greenwood.

Sus compañeros, inmediatamente lo bloquearon en la redes sociales y pidieron no tener contacto con el dentro del club y por supuesto, el Manchester lo mantiene suspendido hasta que haya sentencia.

¿Villa? Sigue jugando. El club manifiesta que su vida personal no es de su incumbencia. Comparte el vestuario con sus compañeros sin sobresaltos. La sociedad debate sobre que correspondería hacer y la cantidad de personas que respalda al futbolista es tanta como la que lo rechaza. Civilización o barbarie.