De acuerdo al medio El Mostrador, actualmente, el sistema educativo en Chile no cuenta con un programa de educación sexual con contenidos integrales, sino que estos se basan principalmente en la entrega de información relacionada a los fundamentos biológicos de la sexualidad como es la prevención de embarazos adolescentes y la concientización de enfermedades de transmisión sexual (ETS), dejando totalmente de lado aspectos relevantes como la afectividad, el autocuidado, el autoconocimiento, la prevención del abusos sexual y el placer.

Programas como Sex Education que abordan el despertar sexual de los jóvenes, ha traído a la luz el debate del rol que tienen las escuelas y el Estado frente a una educación sexual de calidad, encendiendo nuevamente la llama por la lucha de una ley que entregue estos contenidos de forma integral, ya que de no abordarlos de forma correcta se arriesga la desinformación en torno a estas temáticas.

De acuerdo con la matrona, diplomada en sexualidad humana y terapia sexual, que además es administradora de la popular cuenta de tiktok “Sexualidadymatroneria”, Marcia Otto Gatica (36), “existe un gran nivel de desinformación sobre sexualidad a todo nivel de edad ya que existe mucha estigmatización en torna a la sexualidad, mucho mito y mucho tabú no resuelto”, señaló a El Mostrador.

A lo que se le suma la carencia de un sistema educativo uniformado de educación sexual. Ya que según explica, “en el sector público son bastante deficientes los programas que se implementan porque al final cada institución ve cómo lo aborda. Mientras que en el sector privado hay mucho sesgo de valor de acuerdo con lo que quiere inculcar cada establecimiento. Entonces yo creo que la gran deficiencia global aquí en Chile es la falta de educación sexual sin sesgo social”.

Bajo esa misma línea, una de las preocupaciones de la experta en sexualidad es el poco análisis crítico que se tienen sobre la sexualidad ya que considera que poco se habla de cuáles son las consecuencias en los jóvenes debido a la carencia de una correcta entrega de estos contenidos en las escuelas. De acuerdo con el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia de la ONG Save the Children lanzado el año 2020, alrededor del 40% de adolescentes reconoce la pornografía como fuente de aprendizaje y el 30% afirma que esta es su principal fuente de “educación sexual”.

En parte, esto se debe a que el acceso a internet por parte de los jóvenes se ha visto incrementado durante los últimos años -sobre todo con la llegada de la pandemia-, y junto a ello, la facilidad de acceso al contenido en plataformas gratuitas desde el anonimato de internet hace posible que los adolescentes se inicien en esta práctica a edades tempranas. Es más, de acuerdo con el informe de la organización mencionada anteriormente, el 53,8% de las personas encuestadas han accedido por primera vez a la pornografía entre los 6 y los 12 años.

“Estos son contenidos a los que no deberían acceder los niños bajo ningún punto de vista ya que está todo mal en torno a la sexualidad por el entorno y las relaciones que se generan en esta erotización pornográfica. (…) Entonces el tema del abordaje de la autonomía sobre los cuerpos, de pedir consentimiento y de preocuparse por el otro, no existe. Lo que es la pornografía es la penetración sin ningún tipo de consentimiento en la mayoría de las veces y que además n o genera placer en ambas partes, y por muy bien me digan "es que hay pornografía feminista o entre mujeres", siempre se ve un mandato patriarcal detrás de este imaginario, no genera nada positivo en torno a las conductas que provoca al tener que desenvolverte en la sexualidad y más que nada te genera inseguridades”, asegura Otto.

Las conductas de riesgo que influye la pornografía

Según la experta una de las principales problemáticas que genera la pornografía es “hacerle creer a jóvenes tanto mujeres como jóvenes que es sexy o erótico tomar a alguien sin su consentimiento, desde ahí ya generamos un daño a muchas generaciones, porque además, cuando hacen encuestas sobre fantasía sexual, una de las más recurrente es que te violen, lo que es una locura. Se contradicen con todo lo que una podría querer como mujer, pero quizá eróticamente con este imaginario nos parece sexy, entonces profundiza en la cultura de la violación”.

Esta opinión concuerda con en el estudio de Save the Children, el cual indica que consumo de material pornográfico puede crear confusiones con relación a los roles de género y las expectativas personales e interpersonales. Esto se debe a que suele mostrar puestas en escenas alejadas de la realidad, y sobre todo, instala patrones sexuales que superan los límites del consentimiento o el respeto que debe existir en un encuentro físico.

Además, según la publicación, los riesgos más preocupantes de estos vídeos están vinculados con que en ellos se enseña a los jóvenes a menospreciar a las mujeres; a sexualizar el dolor femenino; a sentirse atraídos por figuras como la materna, cuidadoras o mucho más jóvenes, incluso menores; y a no cuestionar el deseo y convertir el sexo en una obligación que implica la dominación de la mujer. Mientras que el placer de las mujeres pasa a un segundo plano. Por lo que “la normalización de estas conductas puede producir situaciones de violencia y desigualdad de toda clase, pero especialmente, de violencia sexual contra la pareja, contra iguales o contra menores de edad en la etapa adulta a través del abuso sexual infantil”, indica el texto.

Un ejemplo de esto es una impactante cifra que reveló el informe, ya que el 54,1% de adolescentes cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que han visto, tendencia aumenta aún más entre quienes consumen pornografía más a menudo.

Por lo anterior, para el estudio es posible afirmar que el deseo sexual de la población adolescente se construye, en parte, sobre el consumo de pornografía. Incluso, los propios participantes de la encuesta expresan que les preocupa que se excitan con prácticas sexuales que no eran aprobadas moralmente, lo que tiene relación con las conductas violentas y denotativas que demuestran los videos de carácter pornográficos.

En ese sentido, la investigación aborda esta situación de la ausencia de consentimiento en la pornografía y cómo se ejerce la imitación de estas piezas audiovisuales, en donde es posible identificar cómo puede influir en conductas dañinas. Un ejemplo de ello es el caso del 47,4% de adolescentes encuestados, quienes admiten haber imitado alguna vez la pornografía, pero no siempre lo ha hecho de mutuo acuerdo, y en ocasiones se ha visto en una relación sexual en la que la otra persona ha llevado a cabo una práctica de la pornografía sin consultárselo.

De acuerdo con un testimonio anónimo del estudio. “El problema de la pornografía es que asimilamos que esa es la realidad. Apenas nos dan charlas de educación sexual, sino más bien charlas de prevención a una edad en la que para la mayoría de nosotros llegan tarde. (...) Nos basamos en el porno porque es el único referente que tenemos de contenido sexual explícito. Es lo que podemos ver para saber lo que es el sexo. No hay nadie que, antes de que accedamos a ese contenido, nos cuente que el sexo no es eso que vemos. (...) La pornografía no es educación, pero es lo único a lo que nos podemos aferrar y lo que tratamos de imitar”, afirma el adolescente.

Frente a esto, la matrona agrega que a pesar de que se habla mucho de sexualidad hoy muy poco cuestionamiento crítico en torno a muchas temáticas. “Creo que desde ese sentido, analizar desde el feminismo la sexualidad en un ejercicio super bueno para poder ir deconstruyendo estos mandatos patriarcales con los que hemos crecido, muchas veces traumas en torno a lo que debería ser el sexo lo erótico y lo placentero”, recomienda la experta.

INFORME COMPLETO: EL MOSTRADOR