Un equipo de investigación compuesto por profesionales del Conicet en la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos y el Hospital de Alta Complejidad El Cruce ha llevado a cabo un estudio publicado en la revista científica Epileptic Disorders, el cual detalla un exhaustivo análisis realizado a un paciente con epilepsia refractaria, es decir, una forma de la enfermedad resistente a los tratamientos convencionales.

En el comunicado emitido por el Conicet, se señala que durante las crisis que experimentó este individuo, este presentó una semiología muy inusual, denominada "epilepsia danzante", caracterizada por movimientos involuntarios que se asemejan a los de una danza. El trabajo permitió identificar la zona del cerebro en la que se desencadenan estas crisis, lo que contribuyó a caracterizar con mayor detalle esta forma poco común de epilepsia y aportar información relevante sobre los circuitos cerebrales involucrados en su origen.

El caso fue particularmente llamativo, ya que el paciente, un joven de 21 años, realizaba movimientos involuntarios que se asemejaban a una rutina de baile, incluyendo movimientos rítmicos de la pelvis y el tronco, saltos giratorios, así como gestos y sonidos específicos. Tras las crisis, el paciente no recordaba nada de lo sucedido, y a pesar de no tener experiencia ni interés previo en la danza o la música, los movimientos eran consistentes en cada ocasión.

Ante la resistencia del paciente a la medicación convencional, se consideró la posibilidad de recurrir a la cirugía de epilepsia, que implica la extirpación de la región del cerebro responsable de las crisis. Para ello, se realizaron estudios exhaustivos sobre la actividad eléctrica de las neuronas para identificar con precisión la ubicación exacta de las crisis epilépticas.

Tras una serie de estudios, incluyendo electroencefalogramas, resonancias magnéticas, evaluaciones psicológicas y cognitivas, el paciente fue sometido a una videoelectroencefalografía (video EEG) para registrar tanto la actividad eléctrica como la manifestación física durante las crisis. Posteriormente, se llevó a cabo una estereoelectroencefalografía (SEEG), que consiste en la colocación de electrodos dentro del cerebro para identificar los puntos de origen de las crisis.

La combinación de estos resultados permitió determinar que los movimientos complejos durante las crisis convulsivas se localizaban en la parte anterior del lóbulo frontal, la región esperada por el equipo de investigación. Tras estos estudios, el paciente fue sometido a cirugía, durante la cual se extirpó la zona responsable de su epilepsia sin afectar áreas críticas, lo que resultó en una mejora de las crisis aunque el paciente continúa con tratamiento farmacológico.

Este trabajo ha logrado una caracterización precisa de la semiología poco común del caso, demostrando que un estudio complejo como el realizado puede sentar las bases para encontrar tratamientos adecuados. Según Silvia Kochen, investigadora del Conicet en la ENyS, este tipo de estudio no solo mejora la calidad de vida del paciente, sino que también contribuye al desarrollo de las neurociencias al proporcionar conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro.