El coautor del Libro de oro del helado argentino, Javier Porta Fouz, resaltó los gustos y las elecciones de los ciudadanos que producen y disfrutan de uno de los helados más ricos del mundo.

“El libro tuvo un proceso de más de un año. Se nos ocurrió encarar esto desde ángulos más absurdos, si se quiere, como qué helados poner arriba y qué helados poner abajo” en el cucurucho”, recordó en La Vuelta y agregó entre risas: “yo hace rato que me pasé al cuarto quilo y hace rato que dejé el cucurucho”.

En ese sentido, dijo, “el cucurucho es la imagen del helado pero el rey de la venta es el cuarto kilo. Se redujo mucho la brecha –en precio- entre el helado más chiquito y el cuarto kilo. Es más, descubrimos que mucha gente reemplaza el almuerzo en el centro por un cuarto kilo de helado”.

“¡Soy catador de helados hace mucho tiempo!”, bromeó Porta Fouz.

“Lo que más me llamó la atención este año fueron las diferencias que hay entre el interior de la Argentina y la Capital Federal. Si buscás en Buenos Aires la Crema Portuguesa no lo vas a encontrar prácticamente en ninguna heladería; en el resto del país está en casi todas. Lo mismo ocurre con la Crema del Cielo, de color celeste aturquesada”, indicó el escritor.

Fouz precisó que “desde hace 15 años, la tendencia es el helado ‘sembrado’, con galletitas, brownie, alcohol, chips…”

Además, agregó que “el helado de alcohol es algo muy inestable porque no lo podés sostener. Tal el caso de limón al champagne que estaba en todos lados en los años ‘90”.

“Encontramos heladeros argentinos en Nueva York. Se trata de heladerías mucho más caras que el helado promedio”, sostuvo.