La Policía de la Provincia detuvo ayer en Betania al agente Roberto Augusto Barrionuevo (23), sindicado como la persona que ofició de camarógrafo de una sesión de torturas en perjuicio de dos jóvenes, protagonizada por otros cinco efectivos de civil, de la comisaría de General Güemes.
Las imágenes, que supuestamente fueron captadas en junio o julio de 2011, fueron subidas a internet, supuestamente el 18 del corriente, es decir, un año después, pero causaron horror en todo el país y el extranjero.

Los autores de la salvaje acción fueron detenidos ese mismo día, luego de que un video del sitio TN y la Gente fuera entregado al jefe de Policía, Marcelo Lami, el que, a su vez, informó del caso al ministro de Seguridad, Eduardo Sylvester, quien radicó una denuncia ante el juez de Instrucción Formal 3, Pablo Farah, quien lo caratuló como “apremios ilegales calificados e imposición de tortura”.

Los imputados se negaron a declarar. Fueron identificados como el oficial Matías Eduardo Cruz, el sargento Marcos Gabriel Gordillo, líderes del grupo, que integraban, además, sus subalternos: Héctor Raúl Ramírez, Leonardo Esteban Serrano y Alberto Antonio Ontiveros.

Las víctimas, en tanto, fueron Miguel Angel Martínez, que tenía 17 años cuando ocurrieron los hechos, y Mario Luis Rodríguez.

En la víspera, Martínez se presentó a declarar ante el magistrado, acompañado de su mamá, Beatriz Palacios, y su tía Noemí.

“Las torturas ocurrieron un viernes de junio o julio, cuando mi hijo estaba demorado en la comisaría de Güemes. El policía Gordillo le pegaba siempre. Una vez Miguel Angel quiso ahorcarse”, dijo Palacios.

La mujer aseguró que “Gordillo es quien se ve en el video colocándole una bolsa en la cabeza. Desde hace mucho que lo venían golpeando. Lo llevaban al río Mojotoro, le pegaban y lo amenazaban para que no dijera nada”. sostuvo.

En tanto, Noemí Palacios expresó: “Mi sobrino tiene un problema grande: lo acusaron injustamente de un abuso a una niña, en Güemes. Estuvo detenido un año entero en Castañares hasta que salió el estudio de ADN negativo”, dijo la mujer.

“Yo no sé qué le pasó allí, pero cambió y se volvió peor”, añadió.

El joven se negó a dialogar con la prensa, pero ratificó al juez los tormentos recibidos y, al igual que su madre, dijo que ocurrieron entre junio y julio del año pasado, en una fecha coincidente con otra denuncia por apremios ilegales.