Sir Paul McCartney hizo historia con tres horas de legado musical que se plasmaron en los cimientos del Zócalo de la capital, donde el británico volvió a repetir la hazaña y cantó para más de 200 mil personas reunidas, entre ellas las madres que recibieron un regalo inolvidable.

Con una mar de gente y las arterias vitales del Centro Histórico infestadas por románticos de la década de los 60, el británico saltó al escenario junto a su banda y su mirada denotó sorpresa, alegría y adrenalina que sería recompensada durante los próximos minutos.

Ataviado con un elegante saco rojo siguió la celebración para escribir la historia con "Jet", además de invitar a todo México en su carro con "Drive my car", un tema que detonó el motor del público y que se apagó hasta entrada la medianoche.

La noche siguió con "The night before", "Let me roll it", "Paperback writer", "My valentine", "I've just seen a face", la cual interpretó con su guitarra acústica.

“Esta la quiero dedicar a las mamacitas", dijo antes de cantar "Hope of deliverance" y "And i love her", la cual seguro llegó al corazón de su esposa Nancy, quien presenció el concierto desde la carpa central instalada frente al asta bandera.

"Let it be", instaló al ex líder de The Wings en el piano, con el que hipnotizó a los fans, quienes siguieron en pie para presenciar "Live and let die", que a la mitad de canción iluminó la Urbe de Hierro con una explosión impresionante de fuegos artificiales.

Sin duda el momento más emotivo llegó cuando Paul McCartney se sentó en su piano y tocó "Hey Jude", donde más de 200 mil voces se unieron para gritar el coro "Na,na,na, Hey Jude", donde la nostalgia y emoción provocó lágrimas y la primer despedida triunfal del intérprete.

El cierre lo hizo con "Yesterday", "Helter skelter", "Golden slumbers", "Carry that weight" y "The end". Así, a las 24:00 horas, Sir Paul se rindió ante las 200 mil almas reunidas y abandonó el escenario, donde su estrella, su presencia y su legado brillará por siempre, hasta el fin de los tiempos, pues todos recordarán el 10 de mayo porque un Beatle cantó para México y sus madres: "Gracias, Sir Paul", dijeron los afortunados.