Por Martín Leopoldo Díaz



Tras 20 años de su estreno, el Complejo Teatral de Buenos Aires repuso, en el Teatro Presidente Alvear, El Jorobado de París, con libro y letra de Pepe Cibrián Campoy y música original y orquestaciones de Ángel Mahler, dupla que ha cosechado varios éxitos en el rubro de la comedia musical.

La dirección musical estuvo a cargo de Damián Mahler, quien obtuvo buenos resultados de la reducida aunque muy efectiva orquesta.

Con una puesta en escena sobria y diseño de luces que no innova y ya conocemos de Cibrián, la bella música de Mahler es el sostén de la pieza, junto a la descollante actuación del protagonista Nacho Mintz, en el papel de Quasimodo. Mintz es dueño de una voz bella y de sólida técnica, que acompaña con excelente actuación y entrega al personaje. También es excelente el desempeño de Adriana Rolla en el rol de Paquette. Consolidados, Mintz y Rolla son los protagonistas en todo sentido.

Diego Duarte Conde estuvo correcto actoralmente en el papel de Claudio Frollo, aunque no llegó a convencer musicalmente, dado un rol tan rico en matices y posibilidades vocales. Florencia Spinelli interpretó una buena Esmeralda, aunque sus sonidos agudos fueron un poco tirantes, no así su voz intermedia, de gran dulzura. En este musical todos los participantes son protagonistas, y el resto del elenco -Mauro García, Nicolás Bertolotto, Manuela Perín, Ramiro Moreno y Diego Cáceres- cumplió acertadamente su labor. Si bien esta versión es un tanto despareja en actuaciones, es de esperar que con el tiempo se vaya nivelando, para transformarse en lo que pretende ser, una experiencia inolvidable y pasional.