La Argentina sufrió y mucho, pero sufrió por la propia Argentina, por la falta de coraje ofensivo, por meterse atrás, porque el entrenador Lionel Scaloni decidió refugiarse inexplicablemente atrás. 

Hubiese sido imperdonable volverse del Mundial con Angel Di María en el banco de suplentes. y casi ocurre. Su solo ingreso los últimos diez minutos cambió el encuentro, volcó a la Argentina contra el arco holandés y no se ganó en el alargue, en esos minutos, por la fortuna del rival.

Es decir, con vocación ofensiva tan solo diez minutos, la Selección debió ganar. Y puede ganarle a cualquiera. Le sobra, juega al fútbol mejor que cualquiera, pero si se mete atrás, con dos grandotes recibiendo centros en el área, se complica solo.

El martes enfrentaremos a Croacia, un equipo muy serio, por la semifinal y habrá que atacar si queremos pasar. Scaloni parece no querer a los delanteras que llevó a Qatar. Ni por asomo piensa en poner a Angel Correa ni a Paulo Dybala. Entonces es Di María, roto o como sea, pero no se puede sacrificar el ataque. El martes habrá que jugar.