Soldados de Yemen y una unidad del Ejército que se sumó a la revuelta popular contra el gobierno libraron este viernes intensos combates en la capital que dejaron al menos dos muertos, pese a la decisión del presidente Ali Abdullah Saleh de aceptar su dimisión.

El segundo día consecutivo de violencia en Sanaá evidenció las dificultades que enfrentan los distintos sectores del país para lograr su reconciliación luego de nueve meses de una revuelta que dejó cientos de muertos, incluso pese a que Saleh firmó esta semana un acuerdo de renuncia para poner fin a la crisis.

El jueves, partidarios de Saleh mataron a cinco personas que protestaban en Sanaá contra una cláusula del acuerdo que otorga inmunidad al mandatario dimitente y su familia respecto de su responsabilidad en la represión de las protestas, que comenzaron inspiradas por rebeliones en otros países árabes.

Los enfrentamientos de este viernes duraron dos horas y fueron protagonizados por fuerzas del Comando de Seguridad Central, que dirige el sobrino de Saleh, contra la Primera División Acorazada, conducida por un general que se pasó a la oposición en marzo. Según el Ejército, murieron dos combatientes, uno por cada bando.

Saleh, que se encuentra en Riad, la capital de Arabia Saudita, donde rubricó el histórico acuerdo el miércoles pasado, condenó el jueves el ataque de la víspera que mató a cinco personas que protestaban en Saná contra su inmunidad.

El pacto, también firmado por partidos de la oposición, estipula el traspaso de poder en 30 días de Saleh a su vicepresidente, Abed Rabbo Mansur Hadi, y la celebración de elecciones presidenciales dentro de los siguientes 90 días de las que surgirá el sucesor del mandatario, en el poder hace 33 años.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo esta semana que Saleh tiene previsto viajar a Nueva York para recibir tratamiento de heridas sufridas en un ataque contra su residencia oficial en Sanaá en junio, cuando arreciaban combates entre el Ejército y milicias de una tribu que apoyaba la revuelta.