Es llamado “el paciente cero”. Los investigadores sospechan que un chico de dos años de edad que murió el 6 de diciembre poco después de caer enfermo en Guéckédou, al sudeste de Guinea, fue el primer caso de la epidemia de Ebola que azota a Africa occidental. En el borde de Guinea con Sierra Leona y Liberia, Guéckédou está en la intersección fronteriza donde la enfermedad encontró un punto de entrada para expandirse en la región. El cuarto país de la zona afectado es Nigeria.

Una semana más tarde de haber afectado al niño, cuyo nombre no fue suministrado, el letal virus del Ebola mató a su madre, luego a su hermanita de tres años y finalmente a la abuela. Todos tuvieron fiebre, vómitos y diarrea, pero ninguno llegó a saber qué era lo que los enfermaba de tal manera.

La cadena de desgracias y contagio siguió. Dos participantes del funeral de la madre fueron los portadores del virus a sus pequeñas villas. A su turno, un trabajador sanitario lo contagió a otro, que a su vez murió, como también lo hizo su doctor. Ambos acabaron infectando a parientes de otros pueblos. Para la época en que el Ebola ya era reconocido, en marzo pasado, docenas de personas habían muerto en ocho comunidades de Guinea y otros casos empezaron a surgir en Liberia y Sierra Leona —tres de los más pobres países del planeta, que en la actualidad intentan recuperarse de años de disfunción política y guerra civil.

Ya el 31 de marzo, Médicos sin Fronteras, que ya ha intervenido en muchas epidemias similares del Ebola desde sus primeras manifestaciones a inicios de los ‘70 en Zaire, llamó a ésta “un brote sin precedentes” y advirtió que la enfermedad había asomado en tantos localidades que pelear contra ella sería enormemente difícil.

Ahora, con 1.779 casos, incluyendo 961 muertes y un pequeño racimo de casos en Nigeria, la epidemia está fuera de control y empeorando. No sólo es la más amplia de todas. Los epidemiólogos predicen que tomará meses –tal vez hasta muchos– controlar la enfermedad, mientras que un vocero de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que se necesitarán más trabajadores sanitarios.

Algunos expertos advierten que el virus puede desestabilizar a varios gobiernos de la región. Ya está causando pánico. El sábado pasado, Guinea anunció que había cerrado sus fronteras con Sierra Leona y Liberia en un intento de detener la expansión del virus. Los doctores temen que muertes por malaria, disentería y otras enfermedades podrían dispararse mientras el Ebola drena recursos de sistemas de salud nacionales muy débiles. Trabajadores de la salud, ya en un notable déficit, han sido golpeados con absoluta dureza por la epidemia: 145 de ellos han sido infectados y 80 murieron.

Brotes pasados de la enfermedad han sido sofocados en pocos meses. ¿Cómo, pues, el actual creció de tal manera hasta quedar casi fuera de control? Todo es parcialmente consecuencia de la modernización en Africa, y tal vez una advertencia de que las futuras epidemias –que son inevitables– plantearán desafíos aún más duros. A diferencia de previos brotes, que ocurrieron en remotos, localizados parajes, el actual comenzó en una región fronteriza donde los caminos han sido mejorados y la gente viaja muchísimo. En este caso, la enfermedad ya se había desplazado antes de que los funcionarios sanitarios supieran aún que había golpeado.

En consecuencia, esta parte del Africa no había visto nunca antes el Ebola. Los trabajadores de la salud no reconocieron el virus inmediatamente y no tenían ni el entrenamiento ni el equipamiento necesario para evitar infectarse o contagiar el virus a otros pacientes. Los hospitales en la región a menudo carecen de agua corriente y guantes y se convierten así en campos fértiles para la epidemia.

Los expertos en salud pública admiten que la respuesta inicial, tanto local como internacional, fue inadecuada. “Ese es obviamente el caso aquí”, dijo el doctor Thomas R. Frieden, director del Centro para Control y Prevención de Enfermedades. “Hace un par de meses, hubo un falso sentido de confianza de que estaba controlado, como si el virus diera un paso atrás, pero luego resurgió aún peor que antes”, afirmó este profesional. Los expertos han estado cada vez más seguros en los últimos años de que podían controlar el Ebola, dijo Frieden, basándose en el éxito logrado en lugares como Uganda.

Pero esos éxitos dependían de campañas educativas para enseñar a la gente sobre la enfermedad y persuadirla de que fuera a centros de tratamiento y cambiara sus prácticas de funerales y de entierros que involucraban el contacto con cuerpos, los cuales en la enorme mayoría de los casos estaban altamente infectados.