El presidente yemenita Ali Abdullah Saleh, aceptó formalmente renunciar tras 33 años en el poder y nueve meses de revuelta opositora, con lo que se convirtió en un nuevo gobernante asiático proestadounidense que cae producto de la ola de protestas conocida como "primavera árabe".

En presencia del rey Abdullah de Arabia Saudita, Saleh firmó en Riad un acuerdo de transición que contempla su renuncia, la cesión del poder en el plazo de un mes a su vicepresidente, Abed Rabbo Mansur Hadi, y la celebración de elecciones presidenciales dentro de los siguientes 90 días.

Vestido con traje oscuro, corbata a rayas y pañuelo, el saliente mandatario yemení llegó por la mañana a la capital saudita, Riad, para firmar el acuerdo con la oposición, que fue oficialmente impulsado por otros países árabes del Golfo Pérsico y respaldado por Estados Unidos. Se manifestó dispuesto a "cooperar con el nuevo gobierno y la oposición" para "reconstruir el país" y pidió al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que preparó el acuerdo de transición, que "continúe apoyando y controlando" la aplicación del plan.

El acuerdo garantiza la amnistía a Saleh y su familia a cambio de su renuncia y garantiza el llamado a elecciones presidenciales en un plazo de 90 días.