Luchando por salir adelante en medio de la inflación galopante de Venezuela, la escasez generalizada y el desempleo desenfrenado, una joven dejó la ciudad de San Félix por la promesa de un trabajo en lo profundo de los bosques del estado de Bolívar.

La oferta realizada en Facebook prometía un buen salario a cambio de trabajar en un pujante pueblo minero. Una vez allí, sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que había sido engañada. En lugar de cocinar, cortar el cabello y lavar la ropa, hombres armados la obligaron a vender su cuerpo a mineros de oro.