Su mujer, una amiga y un vecino. Esas habrían sido las tres víctimas, entre 1982 y 2001, del instinto asesino de Robert Durst, heredero de una acaudalada familia de Estados Unidos, quien confesó -aparentemente sin darse cuenta- en un documental de la cadena HBO ser culpable de esas muertes.

"Ya está. Te atraparon. (...) ¿Qué demonios hice? Los maté a todos, por supuesto", se escuchó en la voz de Durst, de 71 años, en un momento en que estaba hablando consigo mismo en un baño en el medio de las grabaciones de The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst (La Maldición: La vida y muertes de Robert Durst).

Él, que no sabía que lo estaban grabando, estaba reflexionando sobre su incómoda situación ante una de las preguntas del documentalista, Andrew Jarecki, en que demostraba que el empresario estaba complicado por una evidencia en la causa por el asesinato de su amiga Susan Berman. Es que el cineasta lo había confrontado con las similitudes entre su escritura y la de una nota anónima que alertó a las autoridades del asesinato de la mujer en el año 2000.

Por ese asesinato, ocurrido Los Ángeles, Durst fue arrestado ayer por la madrugada, horas antes de la emisión del revelador capítulo.
Su abogado, Chip Lewis, dijo que Durst aceptará ser llevado a Los Ángeles para enfrentar un cargo por homicidio en primer grado y afirmó que nada de lo que reveló su cliente cambia su inocencia.

"Ahora todo tiene que ver con Hollywood", dijo Lewis a The Associated Press.

La última detención de este excéntrico millonario había ocurrido el año pasado, porque lo descubrieron orinando en un comercio en Houston, Texas.

Esta rimbombante revelación, sin embargo, podría caer en saco roto en los tribunales, ya que según varios expertos consultados por The New York Times, no está claro si la grabación podría utilizarse al haber sido obtenida cuando Durst pensaba que se encontraba en un ámbito privado.


Durst siempre afirmó que era inocente por el asesinato de Susan Berman, una escritora cuyo padre estaba vinculado con las mafias de Las Vegas. La mujer fue hallada muerta en su casa de Beverly Hills a los 55 años poco antes de la Navidad de 2000, y su caso nunca fue resuelto.

Días después de su muerte, Berman debía declarar en el caso de la misteriosa desaparición de la mujer de Durst, Kathleen, en 1982, cuyo cuerpo nunca apareció.
 

Hasta ayer, Durst estaba libre pese a las pesadas acusaciones que caían sobre él y sólo había admitido la culpabilidad de un asesinato: el de su vecino.

 
The Washigton Post, Agencias EFE y AP