Después de tres años de una escalofriante guerra civil, representantes del régimen de Bashar al-Assad y los rebeldes sirios se sentaron, por primera vez, frente a frente, en la conferencia de paz de Ginebra , para intentar aproximar posiciones. Y hoy, incluso, volverán a reunirse.

El encuentro, impensado hace tan sólo una semana ante la negativa de la oposición de dialogar con el régimen, duró apenas media hora.

Este primer y tenue paso en búsqueda de la paz se dio una tensa reunión en la que los delegados de una y otra facción se miraron en silencio mientras el mediador de las Naciones Unidas (ONU) y la Liga Árabe, Lakhdar Brahimi, procuraba reducir la inmensa distancia y la enemistad que los separa.

Los delegados del gobierno y la oposición se sentaron a una mesa en forma de U durante unos minutos y al término de la reunión abandonaron la sala por puertas separadas. Aunque en la primera jornada de la conferencia no se llegó a ningún avance concreto, esa primera toma de contacto representó un paso adelante en relación con el encuentro preparatorio de hace unos días en Montreux, en el que unos y otros evitaron el cara a cara y se reunieron por separado con Brahimi.

"No hemos obtenido mucho, pero continuamos el diálogo", dijo Brahimi al término de la reunión. El mediador internacional anunció que las dos delegaciones habían acordado comenzar hoy las negociaciones formales abordando la cuestión de los prisioneros de guerra. "Vamos a discutir el asunto de los prisioneros, los secuestrados y qué soluciones podemos encontrar para devolverles la libertad, quizá no a todos, pero al menos a algunos de los que están privados de ella", precisó Brahimi.

Con la primera reunión celebrada ayer, Brahimi trató de preparar el terreno de unas conversaciones encaminadas a poner fin a la guerra civil, que dejó ya unos 130.000 muertos y millones de desplazados.

La conferencia de paz de Ginebra 2, auspiciada por la ONU y la Liga Árabe con el apoyo de Estados Unidos y Rusia, es el último esfuerzo diplomático de las potencias mundiales por lograr detener la sangría humana en el país árabe.

El conflicto en Siria alarma a Occidente no sólo por su impacto entre los sirios sino también por su internacionalización y por la implicación de potencias regionales enfrentadas, como Irán y Arabia Saudita. Además, el auge de los movimientos jihadistas próximos a Al-Qaeda, se enfrentan tanto al régimen como a las facciones moderadas de la oposición, es un factor más para la desestabilización de Medio Oriente.

Tal es el odio y la enemistad entre el régimen y la oposición que las potencias y la ONU no impusieron objetivos concretos a esta conferencia de paz. Pero ellas sí buscan que de la cumbre pueda salir un plan de transición política para Siria y el principio del fin de la guerra, además del establecimiento de corredores humanitarios para víctimas y refugiados.

Como ya quedó demostrado en Montreux, el principal eje de discrepancia entre las partes es el papel que deberá jugar Al-Assad en ese hipotético proceso de transición. Mientras Occidente y los rebeldes no conciben una transición bajo la tutela del mandatario sirio, Damasco insistió, una y otra vez, en que el liderazgo de Al-Assad no es negociable.

Según Anas al-Abdeh, integrante de la opositora Coalición Nacional Siria (Cnfros), Brahimi fue el único orador en el breve encuentro de ayer en Ginebra. "Para nosotros no fue fácil sentarnos frente a la delegación que representa a los asesinos en Damasco, pero lo hicimos por el pueblo sirio y por los niños de Siria", afirmó.

"Hoy (por ayer) comenzaremos con ideas modestas para ir ampliándolas a fin de lograr algo, e iremos avanzando gradualmente a cuestiones cada vez más importantes", dijo por su parte el vicecanciller sirio Faisal al-Mikdad antes del encuentro.

Las discrepancias fueron patentes antes de la reunión. El régimen negó en los días previos que hubiese aceptado la premisa de un gobierno de transición, mientras que la oposición insistió en que no aceptaría ningún acuerdo en el que no figurara la salida del poder de Al-Assad.

En todo caso, fuentes diplomáticas señalaron ayer que el mero hecho de lograr que el régimen y la oposición se sentaran a la misma mesa podía ser ya considerado como un logro.

Antes de discutir sobre el futuro de los prisioneros y secuestrados en la guerra, los representantes de ambas partes deberán ponerse de acuerdo sobre la posibilidad de establecer un alto el fuego en la ciudad de Homs, la tercera más importante del país.