En otro gesto de sencillez y cercanía con los fieles, el papa Francisco saludó a las personas que asistieron a la misa que celebró esta mañana en la pequeña parroquia de Santa Ana, dentro de los muros del Vaticano.

Estrechó manos, besó y acarició a los fieles. Para todos tuvo unas palabras de aliento y les pidió que recen por él. Todo en un ambiente de extrema cordialidad.

"Son casi las 10. Tengo que ir a la misa. Me están esperando", aseguró, antes de entrar a la iglesia.

La pequeña parroquia de Santa Ana, dentro de los muros del Vaticano, se llenó de fieles en esta misa previa a la segunda aparición pública del Papa desde su proclamación el pasado miércoles como primer pontífice latinoamericano de la historia.

"También nosotros somos como ese pueblo que de una parte nos gustar escuchar a Jesús, pero a otra parte nos gustar criticar a los otros, condenar a los otros. El mensaje de Jesús es la misericordia", dijo el Papa en su homilía, apuntando que Dios "nunca se cansa de perdonar, somos nosotros que nos cansamos de pedirle perdón".

Concluida la ceremonia, Francisco presentó a los fieles a un sacerdote de Uruguay, Gonzalo, presidente del Liceo Jubilar Juan Pablo II, que trabaja en la recuperación de niños de la calle y su integración en la sociedad y en el mundo del trabajo.

Luego, el Papa se dirigió a la Plaza San Pedro, donde una multitud aguardaba el rezo de su primer Angelus.