La cifra de muertos tras una serie coordinada de ataques en la ciudad nigeriana de Kano, en el norte del país, ha aumentado a 130. Incluso, corresponsales extranjeros contaron hasta 150 cadáveres en el hospital mayor de la ciudad.

La cifra podría seguir aumentando, ya que muchos de los heridos sufrieron graves quemaduras durante los ataques con bomba contra comiarías de la policía en varias partes de la segunda ciudad del país, asumidos por el grupo islamista Boko Haram.

Un suicida estampó su automóvil lleno de explosivos contra la comisaría central de la policía, a lo que siguió la detonación de más bombas. Entre los muertos se encuentra el reportero televisivo Eneche Akogwu, de 31 años, muerto a disparos mientras entrevistaba a testigos. Las autoridades impusieron el toque de queda en la ciudad tras las cuatro explosiones.

Testigos dijeron haber visto a adolescentes lanzando explosivos contra el terreno de la oficina de inmigración y pasaportes.Un testigo dijo haber visto cadáveres entre los escombros y escuchado "disparos intermitentes".

Boko Haram asumió la autoría de los ataques, en venganza por los últimos arrestos de miembros de la secta en la ciudad. El grupo pide la implementación de la sharía o ley islámica en el país.

El jefe de la policía nacional, Hafiz Ringim, pidió una investigación de las explosiones del viernes, que describió como "ataques bien coordinados". Pero el propio Ringim está siendo investigado después de que un sospechoso de los ataques contra iglesias del día de Navidad escapara de custodia policial esta semana. Muchos nigerianos pidieron por ello su dimisión.

También es latente la indignación de la población porque el presidente Goodluck Jonathan aún no se digirió a la nación tras el último ataque.