Hace unos 30 años, Medellín era considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo. Los cárteles de la droga reinaban, los homicidios y las explosiones eran habituales y sólo los tontos paseaban por las calles de noche.

A través de una serie de inversiones inteligentes en comunidades pobres, infraestructura de transporte, escuelas, tecnología y parques públicos, la ciudad se ha transformado en un modelo de planificación urbana e innovación, obteniendo el reconocimiento internacional por su espíritu empresarial y modernidad.