Los esfuerzos de rescate organizados luchaban por llegar al sitio de un terremoto en Afganistán que mató a más de 1.000 personas, mientras los sobrevivientes cavaban a mano entre los escombros para encontrar a los que aún estaban desaparecidos.

En el distrito de Gayan de la provincia de Paktika, los aldeanos se pararon sobre los ladrillos de barro que alguna vez fueron una casa. Otros caminaron con cuidado por callejones de tierra, agarrándose a las paredes dañadas con vigas de madera expuestas para abrirse camino.

El jueves se sintieron al menos tres réplicas cerca del epicentro del terremoto, que destruyeron más casas y sembraron el miedo entre las personas en las áreas más afectadas.

“La situación es horrible. Muchas casas están completamente destruidas y derribadas. La gente dice que sus vidas están arruinadas; algunos han perdido hasta ocho miembros de la familia. La mayoría está traumatizada”, dijo Ihsan Hasaand, líder de respuesta de emergencia en Aseel, una iniciativa local de ayuda afgana, y agregó que casi no había llegado ayuda hasta el jueves por la noche en el distrito aislado, a unas ocho horas en automóvil desde la capital, Kabul.

Sin embargo, cuando se puso el sol el jueves, The Guardian vio camiones que viajaban por el camino de grava hacia Paktika con alimentos, mantas y suministros médicos y que debían llegar en las primeras horas de la mañana del viernes.

La catástrofe llega en un momento en que este país enfrenta múltiples crisis: una economía que se derrumba, una crisis humanitaria que empeora y un sector de la salud que apenas sobrevive porque el dinero se agotó desde agosto.