Brasil ha experimentado un aumento preocupante de la violencia sexual contra mujeres y niños, según nuevas cifras publicadas por el Foro Brasileño de Seguridad Pública. Durante el año pasado, se registraron un total de 74.930 denuncias de violación, lo que representa un aumento del 8,2% y alcanza un máximo histórico. Además, los casos de violación entre menores aumentaron un 15,3%. Las mujeres representan el 88,7% de las víctimas de violación, y un sorprendente 61,4% son niños de 13 años o menos.

El informe también revela un aumento en otros tipos de violencia contra menores, como el maltrato infantil (13,8% de aumento), la pornografía infantil y juvenil (7% de aumento) y la explotación sexual (16,4% de aumento). Estos datos reflejan en parte los efectos de la pandemia de COVID-19, que ha dejado a los niños más vulnerables al abuso en el hogar debido a los confinamientos y al cierre de escuelas, que suelen ser un lugar de detección temprana del abuso.

La violencia contra las mujeres también ha aumentado en Brasil. Durante el último año del gobierno ultraconservador de Jair Bolsonaro, se observó un aumento en los feminicidios (6,1% de aumento) y en las agresiones y amenazas domésticas. Casi el 75% de las víctimas de feminicidio fueron asesinadas dentro de su propia casa por su pareja actual o anterior.

Además, se registraron aumentos en otras formas de violencia sexual, como el acecho, las agresiones y el acoso. Sin embargo, algunos expertos creen que estos aumentos también pueden estar relacionados con una mayor conciencia de las protecciones legales y una creciente intolerancia hacia comportamientos como el acoso sexual, que se convirtió en delito en 2018.

A pesar de estos preocupantes aumentos en la violencia sexual y de género, las muertes violentas intencionadas en Brasil han disminuido en un 2,4% hasta alcanzar la cifra más baja registrada, con un total de 47.508. Sin embargo, los asesinatos cometidos por policías han aumentado, llegando a 6.430, lo que equivale a un promedio de 17 asesinatos al día.

La región amazónica ha experimentado niveles especialmente altos de violencia, con una tasa de homicidios un 54% más alta que el promedio nacional. Esto se atribuye en parte a la política destructiva de Bolsonaro hacia la selva tropical, que ha permitido que el crimen prolifere. Además, la explotación ilegal de los recursos naturales en la Amazonía también ha contribuido a niveles más altos de violencia de género, como la explotación sexual de niños y la prostitución.

El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha anunciado medidas para abordar estos desafíos de seguridad pública, incluyendo un plan para contener la violencia en la Amazonía, medidas enérgicas contra la posesión irresponsable de armas, acciones específicas contra el racismo y la violencia de género, y mayores esfuerzos de la policía federal para combatir los delitos en línea.