Al mediodía, en el camino a Grünland, una colonia menonita en el departamento boliviano de Beni, el único sonido es una motosierra distante.

A ambos lados, franjas de tierra deforestada se extienden en la distancia. Bajo los pies, el suelo está salpicado de fragmentos de cerámica y huesos: vestigios de los pueblos precolombinos que una vez sostuvieron esta parte de la Amazonía boliviana, conocida como los Llanos de Mojos.