Para algunos la decisión de Finalndia y Suecia es un "desastre" para Moscú, que siempre ha visto la expansión de la alianza como una amenaza de seguridad. Pero el presidente ruso, Vladimir Putin, sorprendió a muchos en mayo pasado cuando dijo que el asunto no representaba "ningún problema", siempre y cuando los nuevos miembros de la OTAN se abstengan de albergar infraestructura militar, especialmente armas nucleares, en su territorio.