Tras las gigantescas movilizaciones populares de los últimos días, que provocaron al menos treinta y seis muertos y una cifra no determinada de al menos varios centenares de heridos, la Junta Militar que gobierna Egipto tras la deposición de Hosni Mubarak decidió adelantar la entrega del poder.

El Ejército, fuente del poder del ex presidente Mubarak, había establecido un moroso cronograma de entrega del poder, retrasando todo lo posible la eliminación de las injusticias y de las violaciones a los derechos humanos del régimen depuesto.

Ahora, los líderes militares acordaron formar un “gobierno de salvación nacional” junto al conjunto de los partidos políticos, y la elección del nuevo jefe de Estado se adelantó al 30 de junio, informó el jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi.

En cambio, se desentendió de la feroz represión al pueblo de los últimos días, así como de las denuncias de Amnistía Internacional sobre el agravamiento de las detenciones ilegales, torturas y asesinatos cometidos por la represión militar luego de la caída de Mubarak.

No obstante, los manifestantes de la Plaza Tahrir reclaman la renuncia de Tantawi: “él se va, nosotros nos quedamos”, advirtieron los ciudadanos, que amenazan con “una segunda revolución”.