Mientras Holanda se inunda de turistas encantados por la pareja de Guillermo de Orange y Máxima Zorreguieta, que mañana se convertirán en los nuevos reyes de los Países Bajos, las autoridades se preocupan por garantizar la seguridad de la ceremonia.

El primer ministro holandés, Mark Rutte, aseguró que se tomaron "todas las precauciones posibles" de seguridad para que mañana "sea un día festivo".

El político liberal destacó en conferencia de prensa que en el operativo participarán "policías, ambulancias, bomberos y la Armada, que estará involucrada proveyendo logística".

Por su parte, el alcalde de la ciudad, Eberhard van der Laan, precisó que el operativo involucrará 10.000 efectivos que estarán ubicados mayormente en la plaza Dam, donde está emplazado el Palacio Real y la Iglesia Nueva.

"Discutimos 22 escenarios posibles de riesgo, así que es justo decir que evaluamos todas las situaciones y si bien el nivel de amenaza es bajo, no podemos excluir los riesgos", comentó.

Ante una pregunta sobre los gastos (se estima que el costo total de la ceremonia es de 11 millones de euros), Van der Laan contestó que se gastará "unos 7 millones de euros, excluyendo la seguridad", teniendo en cuenta "el estado presente de la economía", en el marco de una crisis económica europea que no cede.


En el Día de la Reina de 2009, la familia real vivió uno de los momentos más tensos de su historia cuando un hombre irrumpió con su auto en medio del desfile con la intención de matarlos, según el propio agresor confesó más tarde. Si bien la reina Beatriz y los príncipes resultaron ilesos, siete personas murieron, entre ellos, el atacante.

Un hombre desempleado de 38 años, identificado como Karst Tates, manejó su auto negro a toda la velocidad cuando pasaba el vehículo descapotable en el que viajaban Beatriz y su familia, en la ciudad de Apeldoorn, a 90 kilómetros de Amsterdam, hasta estrellarse contra el obelisco.

En el camino, arrolló a parte del público y sufrió una fractura de cráneo por el choque. Él murió al día siguiente en el hospital, mientras que otras seis personas fallecieron como consecuencia del brutal ataque.

"Lo que empezó como un día tan bonito ha terminado como un drama", dijo ese día la Reina. "Estamos desolados, sin palabras, nuestros pensamientos están con las víctimas y sus familias", agregó, compungida.

Desde entonces, el Día de la Reina -y las actividades de la realeza en general- contaron con un fuerte operativo de seguridad para garantizar su integridad.