En Filipinas siguen las tareas de rescate y asistencia tras el tifón que azotó al país y dejó al menos diez mil muertos. Las olas de entre 5 y 6 metros provocaron derrumbes de centenares de edificios y casas. Se estima que es el peor desastre natural jamás registrado en esa nación.

El fenómeno tuvo ráfagas superiores a los 370 kilómetros por hora. Hay poblaciones aisladas y los equipos de rescate no dan abasto y son casi imposibles las comunicaciones. Naciones Unidas y la Comunidad Europea despliegan barcos y aeronaves para colaborar.

Por Continental, Matilde Rusticuchi, directora del departamento de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires, explicó que “un tifón impacta con la misma fuerza que un huracán”.

En Tacloban, capital de la provincia de Leyte, Filipinas, "Haiyan" dejó un paisaje de destrucción total, tras golpear la ciudad con ráfagas de hasta 315 kilómetros por hora y una crecida del nivel del mar de más de 2 metros el pasado viernes. El Superintendente Elmer Soria dijo que la destrucción alcanza al 80 por ciento de las estructuras en Tacloban, donde las autoridades desplegaron tropas del Ejército y policías en las zonas más afectadas para garantizar la seguridad.

UNICEF estimó que hasta cuatro millones de niños y menores pueden haber resultado afectados de alguna manera por el tifón. "Llegar a las zonas más afectadas es muy difícil. Los accesos están muy limitados por los daños causados por el tifón en las infraestructuras y las comunicaciones", informó el representante de UNICEF en Filipinas, Tomoo Hozumi.