El sargento de la Policía colombiana Luis Alberto Erazo Maya salvó la vida de milagro. En medio del luto que vive Colombia después de la trágica noticia de la muerte con tiros de gracia de cuatro miembros de las fuerzas de seguridad secuestrados desde hace más de una década por las FARC, Erazo ha sido hoy motivo de lágrimas de emoción por su regreso a la libertad.


En manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde hace 12 años, Erazo -quien ha llegado este mediodía a Bogotá- contó que al ver como disparaban a él y a sus compañeros, decidió correr en medio de la selva. Los guerrilleros le dispararon y después lanzaron granadas que le causaron heridas, pero eso no impidió su huida, relato en su portada de hoy el diario El Pais.



Hoy el único sobreviviente de la masacre ha llegado a la capital, en medio de la lluvia y el aplauso de los periodistas que lo esperaban. Vestido con un traje de la policía y con una venda en la mejilla izquierda que tapaba sus heridas, el policía ha subido directamente a una ambulancia, en la misma pista del aeropuerto militar de Catam, y trasladado al Hospital General de la Policía para recibir atención médica y reencontrarse con sus familiares, entre ellos sus dos hijas adolescentes.



El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, narró los hechos que ocurrieron el sábado en la madrugada en la profundidad de la selva del departamento del Caquetá, en el sur del país, donde con disparos en la cabeza y en la espalda fueron hallados los cuerpos del sargento del Ejército José Libio Martínez, el coronel de la Policía Édgar Yesid Duarte, el mayor de la Policía Élkin Hernández Rivas y el subintendente de la Policía Álvaro Moreno.


Martínez era el secuestrado más antiguo de las FARC: 14 años. Durante este tiempo, fueron escasas las informaciones que la guerrilla permitió a sus familiares, entre ellos su hijo Johan Steven Martínez. El pequeño de 13 años creció ante los ojos de todo el país menos los de su padre, pues en cada aniversario se lo veía clamando por su liberación.


En medio de semejante panorama, los primeros minutos de libertad del sargento Erazo Maya fueron emocionantes. Precisamente cuando las tropas hacían una “tarea de localización” del campamento en donde se creía estaban los uniformados para posteriormente iniciar una operación de rescate, fueron avistados por los guerrilleros.


En el cruce de disparos, Erazo Maya corrió y se escondió hasta sentir el silencio profundo y después el ruido estridente de las sierras eléctricas de los soldados que derribaban los árboles para abrir espacio un improvisado helipuerto que permitiera aterrizar a las naves para evacuar los cadáveres.


Al verlo, las tropas gritaron de emoción. Él los abrazó y la noticia llegó hasta su humilde casa en Túquerrres, un municipio del departamento de Nariño, fronterizo a Ecuador. La información fue transmitida a sus familiares por el propio presidente Juan Manuel Santos quien, además, calificó el fusilamiento de los secuestrados como “un crimen de lesa humanidad”.


Su enérgica reacción fue compartida por la totalidad de los partidos políticos. De hecho, el recién elegido alcalde de Bogotá y exguerrilero del M-19, Gustavo Petro dijo que “las FARC vuelven a cometer un crimen de guerra al asesinar a sus rehenes”. Por eso, dijo el líder de izquierda: “comandante del frente debe ser procesado como criminal de guerra”.


Hoy también llegarán a Bogotá los cadáveres de un hecho que mantiene consternado a Colombia.