Fue rápido. Ni bien se salió del estupor de los atentados del 11S, el gobierno de George W. Bush culpó a Bin Laden, al grupo terrorista Al Qaeda, a los talibanes afganos por protegerlos y a Saddam Hussein, presidente de Irak.

Como Bin Laden era un individuo y Al Qaeda una organización sin territorio, decidió invadir Afganistán e Irak. El primero venía de años de guerra. Menos de una década antes, había terminado una guerra de 13 años con la Unión Soviética, que la había invadido. Con algo de ayuda norteamericana (básicamente provisión de misiles Stinger tierra-aire) y mucho de coraje y tesón de los señores de la guerra, como se le llamó a los guerreros muyahidines, los rusos volvieron a casa.

Los  muyahidines quedaron en el poder, pero a los pocos años transformaron el país en una dictadura clasista, lo que dio lugar al nacimiento de otros guerreros sagrados, que los reemplazaron con el beneplácito de la sociedad, los guerreros talibanes, hijos directos de los muyahidines. Tanto que talibán en lengua pastún, significa estudiante, eran aprendices de muyahidines.

El cambio en materia de régimen no fue muy notorio. Misma ley islámica, mismos métodos. Un recambio generacional y otro nombre para el marketing, un golpe de estado de unos hombres sobre otros, con el mismo estilo.

Entre el abandonó de la URSS del territorio afgano en 1992 hasta la toma de control completo del territorio por parte de lo talibanes pasó un proceso de 6 años, podría decirse que en 1998, el talibán tenía el control completo del país. 

Y ya en 2001, enfrentaron la invasión norteamericana. Solo 9 años después de desalojar a los soviéticos tras 13 años de lucha, y apenas 3 años después de terminar una guerra interna que los depositó en el poder, los talibanes afganos volvieron a enfrentar a una extraordinaria potencia militar, los Estados Unidos.

El 7 de octubre de 2001 se realizó el primer bombardeo masivo, poco tiempo después, los talibanes abandonaban Kabul, no sin antes hacerse una pasadita por el Banco a retirar unos fondos a punta de pistola, al mando del Mullah Omar, y a refugiarse a las montañas.

Estados Unidos instaló un gobierno afgano de "amigos de occidente" y combatió a los talibanes por 20 años. Conocedores del terreno, guerreros sagrados sin temor a la muerte, resistieron en los áridos desiertos montañosos y las cuevas, al amparo de los drones armados con misiles y armamento de última generación. Aguantaron 20 años.

En abril, el nuevo presidente demócrata Joe Biden ordenó el retiro de sus tropas de Afganistán y en mayo, los talibanes salieron de las montañas. Obviamente un mix, entre los viejos talibanes que en los '90s se escondieron y una nueva generación, no es posible ganar una guerra a toda velocidad con todos señores de seis décadas o más. Se ocultaron y se reprodujeron en las montañas.

En tres meses toda la estructura de poder político y militar que armaron los norteamericanos durante 20 años, se desmoronó como un castillo de naipes frente al abrumador avance talibán, que ayer al mediodía ingresó triunfante a Kabul, previo escape del país del presidente pro norteamericano.

Tres meses tardaron unos guerreros sagrados que vivieron de la caza y la pesca ocultos en cuevas en las montañas por mas de 20 años, en reconquistar el país por la fuerza y demoler toda la estructura armada por occidente en todo ese lapso. La crónica de un total y absoluto fracaso de la política exterior de los Estados Unidos.