La designación de los Hermanos Musulmanes como "grupo terrorista" el pasado miércoles por parte del gobierno egipcio no ha intimidado a los seguidores del histórico movimiento islamista, que padece una intensa campaña de represión desde que uno de sus líderes, Mohamed Morsi, fue desalojado de la presidencia a través de un golpe de Estado.

Una nueva ola de disturbios callejeros enfrentó a simpatizantes islamistas y fuerzas del orden en varias partes del país árabe y se saldó al menos con entre una y tres víctimas mortales, cuatro heridos y cerca de 300 personas arrestadas. Los altercados se iniciaron después de la tradicional oración de los viernes, cuando miles de partidarios de Morsi organizaron manifestaciones de protesta contra un gobieno al que consideran ilegítimo, y para solicitar el boicot al referéndum constitucional de mediados de enero.

Las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos y pelotas de goma para dispersar a los manifestantes, que respondieron lanzando piedras y cócteles Molotov. Las refriegas más violentas tuvieron lugar en las provincias de Damietta, Minia, y en los alrededores de la Universidad de Al Azhar, en El Cairo, donde el día anterior murió un estudiante de la Hermandad en choques con partidarios del Ejército.

Las personas arrestadas durante las últimas horas son las primeras a las que se aplicará la legislación antiterrorista, que prevé penas de hasta cinco años de cárcel para toda persona que participe en una manifestación de los Hermanos Musulmanes, según informó el ministerio del Interior. Desde el golpe del verano, se calcula que han perdido la vida cerca de 1.200 simpatizantes islamistas, y más de 3.000 se encuentran arrestados, entre ellos la cúpula de la cofradía.

"La designación de la Hermandad como grupo terrorista no tiene ningún valor, ya que proviene de un gobierno ilegítimo que llegó al poder a través de un golpe", declaró un portavoz del Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de la cofradía. "No va cambiar nada sobre el terreno. Vamos a continuar con nuestras manifestaciones y protestas como hemos desde julio", añadió.

Casi tres años después de la caída del dictador Hosni Mubarak, Egipto es un país profundamente polarizado e inmerso en una crisis política sin visos de resolución. La campaña de represión de las autoridades y los atentados terroristas, como que causó el martes la muerte a 16 personas en la ciudad de Mansura, han incrementado la tensión durante los últimos días. Aunque la organización yihadista Ansar Bayt el-Maqdis reivindicó el brutal atentado, el gabinete y los medios han preferido atribuir su autoría a los Hermanos Musulmanes.