Boris Johnson renunció como primer ministro después de que una huelga masiva de parlamentarios finalmente selló su destino, señalando el final de uno de los períodos más divisivos y turbulentos de la política británica.

En un discurso en las afueras de Downing Street el jueves que estuvo teñido de amargura, culpó a los ministros por volverse en su contra, pero no expresó arrepentimiento ni arrepentimiento por sus errores.