Continúa el conflicto en Bolivia por el aumento de combustibles que dispuso Evo Morales.

El jefe de Estado boliviano intenta con estos incrementos (pese a los cuales los combustibles siguen siendo más baratos que en sus países limítrofes) evitar la práctica habitual de comprar nafta y gasoil en Bolivia y venderlo en los países adyacentes, con perjuicio para las arcas estatales.

Manifestantes quemaron una bandera de Venezuela en La Paz y una estatua del Che Guevara en El Alto.

Por Continental, la politóloga liberal Jimena Costa afirmó que Evo Morales hizo un “mal cálculo político con el objetivo de controlar los departamentos opositores del Oriente”.

En Magdalena Tempranísimo, aventuró que las medidas “apuntan a asfixiar al empresariado privado de los departamentos del oeste. El Gobierno quiere consolidar el poder económico y cultural del país”.

Lindando con el patetismo, analizó tramos de los discursos del vicepresidente Álvaro García Linera, quien dijo que “el Gobierno está en la quinta fase” y concluyó que “se trata del control total del poder, sobre todo el económico”.

Una de las afirmaciones habituales de la derecha boliviana es catalogar de “totalitario” al Gobierno de Morales, en un intento de vincularlo al stalinismo, algo habitual en los sectores conservadores y las clases poseedoras latinoamericanas ante los líderes populares con alto y sostenido apoyo electoral.