El pasado martes, tres misiles rusos impactaron en una zona céntrica de la ciudad de Chernígov, al norte de Ucrania, causando la muerte de al menos 14 personas, según informaron las autoridades locales. El ataque alcanzó un edificio de departamentos de ocho plantas, dejando también más de 60 heridos, incluidos niños. El rabino jefe de Ucrania, Moshe Azman, expresó su pesar por lo ocurrido y pidió ayuda para las víctimas.

El bombardeo causó daños en infraestructuras sociales, un centro educativo, un hospital y varios edificios residenciales. Imágenes compartidas en redes sociales mostraron la magnitud de la destrucción, con un auto completamente destrozado y bomberos trabajando para remover escombros. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, lamentó la falta de defensas antiaéreas suficientes para contrarrestar los misiles rusos.

Chernígov, una ciudad con una rica historia de más de 1.000 años, había sido ocupada al inicio de la invasión rusa en 2022, pero había estado relativamente tranquila desde la retirada de las tropas rusas hace dos años. El alcalde de la ciudad describió el bombardeo como un ataque a una zona densamente poblada y civil.

La situación en Ucrania se ha vuelto más urgente, con la necesidad de apoyo militar por parte de sus aliados occidentales. Estados Unidos ha enfrentado obstáculos políticos para brindar asistencia a Ucrania, lo que ha llevado a una tensión creciente en la región. Mientras tanto, Ucrania ha recurrido a tácticas ofensivas para contrarrestar la maquinaria de guerra rusa.

La comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos en Ucrania, con la esperanza de una pronta resolución pacífica a este conflicto que ha cobrado vidas y causado estragos en la región.