O.J. Simpson fue un jugador de fútbol americano que pudo haber sido recordado como uno de los grandes ídolos de la NFL, pero su biografía estará marcada por un trágico suceso que lo ha acompañado a lo largo de los años. En 1997, fue declarado culpable por el asesinato de su exesposa, Nicole Brown, y de Ronald Goldman, un crimen que conmocionó a la opinión pública de Estados Unidos.

Simpson había tenido una exitosa carrera en el fútbol americano, jugando para equipos como los Buffalo Bills y los San Francisco 49ers. Incluso fue elegido como el Jugador más valioso en la temporada 1973. Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por la violencia doméstica, siendo investigado en varias ocasiones por este motivo.

Su matrimonio con Nicole Brown duró siete años, durante los cuales la relación fue tumultuosa y finalmente terminó en divorcio en 1992. El trágico evento que marcó la vida de Simpson ocurrió el 12 de junio de 1994, cuando Brown y Goldman fueron encontrados muertos a cuchilladas en la puerta de la casa de ella.

Tras el descubrimiento de los cuerpos, las autoridades se dirigieron a la propiedad de Simpson y encontraron evidencia que lo vinculaba al crimen. Una persecución televisada se desató cuando Simpson intentó huir, hasta ser finalmente detenido. En un juicio altamente mediático, fue declarado "no culpable" del asesinato, aunque en un juicio civil posterior fue encontrado responsable y condenado a pagar una indemnización a las familias de las víctimas.

En años posteriores, Simpson estuvo involucrado en otros incidentes legales, incluyendo un asalto en un hotel en Las Vegas. Pasó tiempo en prisión y, a pesar de una entrevista en la que se insinuó una confesión, la verdad detrás de los asesinatos de Brown y Goldman sigue siendo un misterio. La vida de O.J. Simpson es un testimonio de cómo el éxito deportivo puede verse empañado por tragedias personales y legales.