El 8 de noviembre de 1847 nació en un área residencial de clase media al norte de Dublin, en Irlanda, Bram Stoker. A 3.027 kilómetros de su Clontarf natal se encuentra Transilvania, en el centro de Rumania, rodeada por los montes Cárpatos.

Hasta allí voló su mente de escritor para recoger una leyenda y construir una historia. La historia del vampiro más famoso de todos los tiempos.

Mediados del siglo 15.

El príncipe de Valaquia, Vlad III Tepes, el empalador, también conocido como Vlad Dracúlea.
Drácula significa hijo del dragón. El dragón del apocalipsis, el hijo del Diablo.

Su padre formaba parte de una orden de caballeros que luchaba contra los enemigos de la Iglesia a finales de la Edad Media. Y él heredó esa lucha.

Vlad Dracúlea era un caballero rumano devoto a la iglesia, procedente de Transilvania.
Cuando cayó Constantinopla y los musulmanes turcos invadieron Europa, él estuvo dispuesto a batallar para proteger a su nación y a su amada Elizabetha. Y allí fue, luego de una despedida entre lágrimas. Ella pensó que nunca más lo volvería a ver. Cosa que no pasó, pero sí. 
Ya veremos.

La batalla fue feroz, pero Dracúlea venció y volvió a buscar a Elizabetha. Pero ella estaba muerta. Sus enemigos le habían enviado una carta afirmando que Vlad había perecido y ella no lo soportó. Se tiró desde un peñasco.

El dolor destrozó a Dracúlea.

No podía entender que un ser todo poderoso en el que él creía permitiera que su amada se suicidara por una mentira. Se volvió loco, renunció a su fe, maldijo a Dios y se unió a las fuerzas oscuras para cobrar venganza.

Viviría por siempre alimentándose de los vivos. La sangre humana sería su fuente de inmortalidad. Pasaron los años. El caballero adoptó un nuevo título y nombre: el Conde Drácula.

Tenía encima la maldición del vampiro y entonces debía permanecer en su tierra, en Transilvania. Alejarse de allí le quitaba poder. 

Se quedó en su castillo y se consiguió tres novias, a las que pronto convirtió en vampiresas hincando sus afilados colmillos en sus suaves cuellos. Pero ninguna podía reemplazar a Elizabetha.

Cuatro siglos pasaron

El conde decidió expandirse y compró tierras más allá de Transilvania. Y aquí aparece en la mente de Stoker y en la mismísima historia un tal Jonathan Harker. 

El abogado Harker fue recibido por Drácula en su castillo para cerrar un papeleo sobre una propiedad en Londres. En una charla referida a esos papeles, el Conde descubrió una foto de la prometida de Harker, llamada Mina. Pero para él, no era Mina, era Elizabetha.

Drácula invitó a Harker a quedarse un mes en el castillo y se encargó de hacer saber que no aceptaría un no como respuesta.

Drácula, el vampiro más famoso de la historia

Cosas raras pasaban en el castillo durante las noches. Drácula le advirtió a su huésped que no saliera de su habitación mientras el sol no estaba presente.

Pero Harker no obedeció y las novias de Drácula se quisieron aprovechar de él. El propio Conde lo rescató de las garras y los colmillos de las hermosas mujeres.

Finalmente, el Conde partió a Londres. Y para alimentarse, recurrió a la tripulación del barco que lo trasladó.

Llegó en medio de una tormenta feroz. Y fue a buscar a Elizabetha. Había cruzado un gigante océano de tiempo para volverla a ver. Y la encontró. Estaba tan hermosa como siempre. Pero era Mina.

Y es entonces cuando aparece el Dr. Abraham Van Helsing. Crucifijo en mano, persiguió denodadamente a Drácula para acabarlo.

Después de que su prometido Jonathan escapara del castillo de Drácula, Mina viajó a Budapest y se reunió con él.  Se casaron y unieron fuerzas con Van Helsing.

Pero Drácula se enteró del complot y se vengó a su manera: mordiendo en el cuello a Mina Harker. Y la alimentó con su sangre, para convertirla también en vampiro.
Ya había hecho lo mismo con Lucy, la mejor amiga de ella.

La sangre de Drácula se instaló en el cuerpo de Mina y ella pasaba de la inconsciencia a un estado en trance que la conectaba telepáticamente con Drácula. Eso se convirtió en ventaja, ya que pudo seguir los pasos del Conde que escapó a Transilvania para recuperar fuerzas perdidas.

Van Helsing lo siguió con su grupo comando y mató a Drácula.
Entonces el hechizo quedó en la nada y Mina recuperó su vida. 

PERO EN EL CINE …

Hay otros finales para el Conde. 
En el cine, el amor sobrevuela al terror y todo termina de manera bien diferente. 
Mina termina clavándole la estaca en el corazón a pedido de Drácula, con el que se irá a reencontrar en el cielo, ya perdonados todos los pecados.

En 1931, Bela Lugosi fue Drácula y seguirá siéndolo. Nos negamos a la realidad de que era un actor interpretando un papel. Ese era Drácula de verdad.

Drácula, el vampiro más famoso de la historia

En el año 92, Francis Ford Cóppola hizo una película con la historia de amor como bandera. Allí, Gary Oldman es Drácula, Keanu Reeves es Harker, Anthony Hopkins es Van Helsing y Winona Ryder es Mina.
En esta película, la novia de Harker, Mina Murray, pasa a ser la viva reencarnación de la princesa rumana cuatrocientos años después. Por esa razón, Drácula decide viajar hasta la capital británica para conquistarla. Mina, luego de conocerlo, accede a tener un romance furtivo con el misterioso príncipe rumano, para lo cual tendrá que luchar entre las fuerzas del bien y del mal, antes de que el amor inmortal que existía entre ambos logre triunfar.
En 2020, Drácula llegó a Netflix y Van Helsing era una mujer. 

El Conde Drácula ha trascendido los tiempos. Su historia nunca morirá. Y él tampoco.

Cada vez que el sol empieza a ocultarse seguimos creyendo que puede volver.
A besar cuellos prohibidos, a eludir las estacas furiosas, a no reflejarse en ningún espejo. 
Es el terror el que nos une.