En el año 1981 el escenario de la música popular argentina contaba con muchas bandas y solistas de primer nivel mundial. Sin embargo, pocas han sido más icónicas y han presentado una combinación tan fantástica como Serú Girán: una sofisticación técnica sin igual, un detallismo sonoro exquisito y a partir de su segundo disco, además, un compromiso social con rasgos claros pero no simples de urbanidad, en cada una de sus letras.