Las instalaciones deportivas de Londres serán visualmente atractivas, sí, pero su mayor valor estará en otra parte: en sus materiales reciclados y reutilizables, en sus graderíos desmontables y en el diseño encaminado al ahorro energético. Siempre pensando en que el uso de los estadios no concluirá el 9 de septiembre, cuando se clausuren los Juegos Paralímpicos, sino en que hay millones de londinenses deseando entrenarse y competir en ellos desde el día después.

”Hay una nueva sensibilidad vinculada a establecer una relación entre la arquitectura deportiva y la sostenibilidad”, reconoce el arquitecto argentino Roberto Ferreira, autor del Estadio Ciudad de La Plata. “Es decir, no imaginar un evento puntual, como puede ser el acontecimiento de unos Juegos Olímpicos o un Mundial de fútbol, sino pensar en el uso futuro de esas instalaciones”.

Londres se gastará en la construcción y renovación de sus instalaciones alrededor de 1.900 millones de dólares. Un alto precio, pero que a la larga puede ser rentable, como explica Ferreira: “Se trata de establecer una ecuación que permita una inversión inicial significativa, y amortizarla con el bajo costo de mantenimiento de los ‘equis’ años de vida útil del edificio”.

Así, en el flamante velódromo de Londres la pista está ventilada de forma natural y rodeada de una cristalera que dejará pasar la luz. Además, el piso se ha construido con pino siberiano, elegido específicamente porque crece de forma muy recta y permite utilizar piezas de gran tamaño para las lamas.

El mismo criterio de ahorro energético se ha aplicado en el estadio de balonmano, cuya cubierta está fabricada de cobre reciclado e incluye 88 entradas de luz para reducir la demanda de electricidad.

La instalación estrella de la XXX edición de los JJOO, el Estadio de atletismo, tendrá cabida para 80.000 espectadores durante la competición, pero el aforo será reducido hasta los 25.000 en su uso posterior. Esto será posible gracias a que la estructura de las gradas es metálica, no de hormigón, y facilita el desmontaje. El toque estético de la instalación será un original forro de tela, formado por 336 paneles de poliéster y polietileno que luego serán reciclados, posiblemente para hacer bolsas.

También las dos grandes alas que forman el perfil del Centro Acuático, y que esconden sus graderíos, serán suprimidas tras los juegos, porque la intención es dedicar la piscina a un uso popular y a los entrenamientos de colegios y clubes.

En distintas partes del Parque Olímpico, sobre todo en los puentes, se ha aprovechado material reciclado, como trozos sobrantes de tubería o de ladrillos, para construir nidos de aves y murciélagos. Hay más de doscientos, ubicados teniendo en cuenta hasta el menor detalle, como por dónde sale el sol o que no estén al alcance de la gente o los depredadores.

Para redondear el plan de sostenibilidad, la gran ciudad que será durante los Juegos el Parque Olímpico será alimentada por una subestación eléctrica propia, que distribuirá la luz desde seis kilómetros de nuevos túneles subterráneos.

Patrick Adiba, consejero delegado de la empresa ATOS, responsable tecnológica del evento deportivo de este verano, recuerda que esta firma ganó una de las estrellas que los organizadores de Vancouver 2010 concedían a las compañías comprometidas con el carácter ecológico de los juegos. Y en Londres, dice, siguen el mismo camino, siempre pendientes de “cómo avanzar en el cuidado medioambiental”.

Cada instalación está pensada, en definitiva, para que su impacto sobre el entorno sea mínimo. Aunque el Comité Organizador ha elegido el azul y el rosa como sus colores corporativos para estos juegos, bajo ellos se adivina, cada vez más brillante, el verde.