Una nueva edición del clásico de Rosario parece volver a confirmar la vieja máxima que indica que los duelos con historia son partidos aparte. Rosario Central, que llegaba a los tumbos, derrotó 1 a 0 a un Newell´s errático en el Gigante de Arroyito, con un gol de cabeza del juvenil Alejo Véliz.

Durante la primera mitad se pudo ver un clásico distinto. Friccionado y con infracciones fuertes, pero con bastante más espacio para jugar de lo que es habitual en esta clase de duelos. Los dos se presionaron poco y mostraron intenciones de llegar a fondo con sus ataques.

Por media hora el visitante fue superior. Interrumpió el juego en la mitad de la cancha y sacó contraataques peligrosos. Tuvo más de una chance nítida de gol y Pablo Pérez desperdició una oportunidad inmejorable.

Ramiro Sordo voló por izquierda, se llevó a la rastra a su marcador y tiró un centro atrás que no pudo empujar Juan García. Por atrás de todos, la pelota le cayó al ex volante de Boca, con el arquero caído. Sólo debía derrotar a un par de defensores que casi vencidos se habían parado en la línea. Pero le quiso dar tan fuerte que perdió precisión y la pelota impactó en el palo.

Pasado ese tramo de claro dominio leproso, el local se despertó y tuvo las suyas. Desde los 30 minutos se adelantó en la cancha, venció la línea media rival que se había impuesto hasta entonces y empezó a generar ocasiones. Antes del gol había avisado, con un gran desborde de Lautaro Blanco, de inmenso partido, que luego tiró un centro atrás para Gino Infantino que fue cerrado con lo justo por Pérez.

Pero cuando la historia se encaminaba a un entretiempo sin emociones, el Canalla asestó un golpe decisivo. A partir de una pelota parada, Jonathan Candia metió un centro desde la derecha que llegó llovido al área. Véliz, que luchaba nada menos que con Cristian Lema, se impuso en las alturas y metió un cabezazo flotado contra el palo derecho de Franco Herrera para inscribir su nombre en la memoria eterna de los hinchas de Central.

En el complemento, la Lepra lo buscó pero generó realmente poco. Hay pocos equipos, por no decir ninguno del fútbol argentino, con el funcionamiento y la convicción en su idea como para retomar el control de un partido luego de perderlo, y mucho menos en la circunstancia de un clásico. Además, el equipo de Javier Sanguinetti se siente mucho más cómodo sin la obligación de ir a buscarlo.

Si bien empujó, la sensación que flotaba en el aire era que el equipo de Carlos Tévez estaba más cerca de liquidarlo de contraataque. Pero, en la última, Newell's tuvo una chance inmejorable para empatar. Tras un pelotazo que recorrió 70 metros y picó en el área, Genaro Rossi enganchó pero remató incómodo. La pelota derivó en Nazareno Fúnez, que pateó sólo de media vuelta pero no le acertó al arco.

El clásico que paraliza a una ciudad pero que apasiona a un país entero quedó en manos de Rosario Central. El equipo que llegaba con más dudas que certezas y que hace rato no tenía buenos rendimientos, se asentó en sus jóvenes futbolistas, sacó pecho y, con personalidad, ganó un partido que puede ser despegue.