Los deportistas que acudirán a los Juegos Olímpicos de Londres llevan años, habitualmente desde muy temprana edad, entregados en cuerpo y alma al perfeccionamiento de sus condiciones físicas y técnicas. Pero sus programas de entrenamiento llegan a cotas de exigencia casi insoportables en los meses previos a la gran cita. Y con un solo objetivo: que el ansiado ‘pico de forma’ coincida con el día, la hora y el minuto en el que comenzará la competición.

“Si te digo la verdad, cada día me levanto pensando en el 11 de agosto a las cinco y media de la tarde”, asegura la marchadora española María Vasco, bronce en Sydney 2000 y que disputará en Londres sus quintos Juegos. “No pienso ni en el Campeonato de España ni en la Copa del Mundo, únicamente en el 11 de agosto”, insiste en alusión a la fecha en la que tomará la salida en los 20 kilómetros.

El ciclista costarricense Andrey Amador, que prepara la contrarreloj olímpica con entrenamientos de entre tres y seis horas diarias y 800 kilómetros semanales, recuerda que la puesta a punto para unos juegos “no empieza ni tres meses ni un año antes, es labor de toda la temporada”. En su caso, siente que este año el trabajo ha sido el acertado y que las piernas le responden como él desea. Incluso “el buen tiempo que hizo en España –su lugar de residencia habitual- en los meses de invierno” ha jugado a su favor para completar una gran pretemporada.

La metodología del entrenamiento es esencialmente la misma desde hace años en todo el mundo. Lo que dibuja la frontera entre los países deportivamente desarrollados y el resto es la disponibilidad de fondos económicos, traducidos en instalaciones, tecnología y becas. Y en todas las naciones cobran cada vez más importancia la preparación psicológica y el recurso a las terapias alternativas para tratar las lesiones.

La fortaleza mental del atleta se convierte en determinante en disciplinas individuales, de precisión y de resistencia, como la gimnasia o el maratón. El psicólogo deportivo Eneko Larumbe sabe que “sin la preparación física, técnica y táctica no se podría conseguir nada”, pero está convencido de que “ese extra que distingue al deportista que da el 100% del que da el 99% está en la preparación psicológica”.

La motivación, considera el especialista, ya la tiene el deportista de elite. Pero a menudo hay que trabajar “la autoconfianza y el rendimiento en las situaciones de estrés”, no solo con los atletas, sino con todo su equipo de trabajo, incluido el entrenador.

Jesús Carballo, seleccionador español de gimnasia que ha vivido nueve Juegos Olímpicos, explica que “diez días antes de una gran competición ya se da por terminado el trabajo físico y técnico, las coreografías, el ballet…, y el esfuerzo se centra en la parte psicológica, en ayudar al gimnasta a soportar la presión”, sabiendo que “el trabajo de cuatro años se puede echar a perder por una desconcentración y una caída de la barra”.

La bielorrusa Anna Baranova, ex gimnasta y preparadora de rítmica, subraya la importancia de “la palabra de la entrenadora, la mirada, la confianza que da a una niña cuando las cosas no salen”. Es, afirma, un trabajo diario.

La psicología se ha revelado como un arma poderosa incluso en la prevención del dopaje. Alberto Yelmo, abogado becado por la Agencia Mundial Antidopaje para un estudio sobre este aspecto, considera que el psicólogo tiene un papel fundamental “en la prevención y detección del dopaje y, muy importante, en la rehabilitación del deportista dopado, que se enfrenta luego a un conflicto grande y a una difícil reinserción”.

Yelmo es partidario de que el psicólogo trabaje con el atleta desde los escalones básicos de su formación, “en los colegios, las escuelas deportivas y los clubes”, donde ambos pueden tener “un trato mucho más directo” que en el entorno de las federaciones, cuyos dirigentes no siempre tienen trato diario con el deportista.

En cuanto a las terapias alternativas, la homeopatía y la quiropraxia ganan adeptos entre los deportistas por sus buenos resultados. El kinesiólogo y quiropráctico chileno Rodrigo Sánchez recuerda, con orgullo, las tres sesiones que dispensó al atleta cubano Leonel Suárez en los últimos Juegos Panamericanos, que sirvieron para que superara una sobrecarga en los isquiotibiales y pudiera subir a lo más alto del podio en decatlón.

"Tenía una carga que le impedía correr y, tras unas sesiones, pasó de no poder competir a sacar una medalla de oro. Eso es un salto cualitativo sustancial", señala el experto chileno, que recuerda que Novak Djokovic, Roger Federer o Tiger Woods tienen en su equipo médico un especialista quiropráctico.

Rodrigo Sánchez defiende que en los Juegos de Londres la implantación de un quiropráctico dentro del equipo médico será fundamental para la mejora de los resultados de los deportistas de elite. "Los pacientes tienen menos lesiones y son capaces de sobrecargar el cuerpo sin tantos problemas, y eso finalmente termina favoreciendo su rendimiento", asegura.

Por ello, por cada atleta que suba al podio en los Juegos de Londres habrá decenas de personas que podrán sentirse partícipes de su medalla. Sin su entrenador, su psicólogo, su médico o su masajista, la puesta a punto del gran campeón hubiera sido imposible.