Rachas son rachas, y lo experimentaron en la noche del viernes Arsenal y San Lorenzo.

Pese a un partido sin demasiados errores de la defensa de Boedo, el conjunto de Alfaro volvió a la victoria aprovechando todo lo que le dieron.

El cuadro de Ramón Díaz volvió a mostrar su dependencia del Pipi Romagnoli, el único que mezcla audacia y picardía con lucidez.

Ni el gol de Rovira a partir de un rápido lateral del enganche alcanzó para exorcizar los fantasmas sanlorencistas.

En el segundo tiempo, el equipo del Viaducto llegó a puro tiro libre; empató gracias a Mauro Óbolo y, agónicamente, Mosca desató el delirio en Sarandí.
Arsenal sigue firme en una de las mejores campañas de su historia.