La Selección Argentina llegó al Mundial de Alemania 2006 con buen semblante pero con algunas dudas respecto al grupo complicado que le había tocado. Debía enfrentar a la sorpresiva Costa de Marfil de Didier Drogba, a Serbia y Montenegro, heredera de la poderosa Yugoslavia, y a Holanda. El conjunto nacional marchó de manera casi inmejorable por la primera ronda, pero un partido en particular quedó en el eterno recuerdo.