Juan Domingo Perón asume su tercera presidencia el 12 de octubre de 1973. Por razones de seguridad debió dar su discurso detrás de un vidrio blindado. El general no sabía que se trataba de sus últimas apariciones en público.

El 1º de mayo de 1974 se dirigió fuertemente a los grupos de manifestantes que cuestionaban sus decisiones y los llamó “estúpidos e imberbes”.

19 días antes de morir, habló por última vez al pueblo argentino en el balcón de casa Rosada.

La mayor parte de los manifestantes llegaba desde sus trabajos. Todo fue rápido. A las 14 empezó el paro, a las 15 la Plaza se empezó a poblar, a las 17 estaba llena y a las 17.15 apareció Perón. El fervor era tal que desde que asomó su figura hasta que pudiera saludar con el clásico “Compañeros” pasaron varios minutos. Entre otras cosas, la gente cantaba “Y pegue, y pegue, y pegue Pocho pegue”. Una manera de pedirle que tomara medidas drásticas contra quienes dificultaban el accionar del gobierno.

Cuando al fin saludó y recibió una calurosa bienvenida, comenzó su discurso y pronunció una de las tantas frases que quedarían inmortalizadas en la historia del país: “…Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino…”.