Tiene razón la presidenta en reclamar que se dejen de cortar las calles y las rutas como método de protesta. En este programa lo venimos diciendo desde hace mucho tiempo. Bloquear la libre circulación y el paso de los ciudadanos es un delito. Esta prohibido por la ley. En eso estamos totalmente de acuerdo.

La democracia funciona en plenitud con todos sus mecanismos y permite que cualquier sector que quiera expresar su descontento lo pueda hacer con toda libertad. Pero como decía el general: dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada. Es cierto que desde el derrumbe de las instituciones en el 2001 todos hemos sido más flexibles frente a este tipo de actitudes. Estuvimos al borde de la guerra civil, a un paso de la anarquía social y había que ser muy comprensible con aquellas víctimas que se habían quedado sin trabajo y en, muchos casos, sin futuro. Fue el momento cumbre de los piquetes.
 
Fue la forma que encontraron los más excluidos de hacer visible sus reclamos. Insisto: es algo que no estaba permitido pero estábamos atravesando un momento de emergencia y era una injusticia mayor ser muy duro con los que mas habían sufrido. Era como echar nafta al fuego de aquellos que no habían vivido la fiesta y tenían que pagar los platos rotos. Por eso, y porque tenemos una triste historia de represión ilegal y muerte es que la sociedad se hizo muy tolerante y respaldó ese concepto humanitario de “no criminalizar la protesta”. Ahora las cosas han cambiado mucho, por suerte.

Hay asignaturas pendientes porque todavía es indignante que haya argentinos con hambre, sin trabajo decente o con necesidades básicas insatisfechas. Pero también hay que decir que se mejoró bastante. El país se ordenó y hay menos desocupados que en aquellos años atroces.

El crecimiento que tuvo la Argentina y el contundente respaldo electoral que tuvo el gobierno habilitan una nueva etapa. Ya no hay emergencia. Todos los que necesiten protestar deben hacerlo con toda la fuerza y la convicción que garantiza la libertad pero dentro de la ley. Ya no hay nada que justifique los cortes de ruta. Se puede manifestar en las plazas, como decía la presidenta. Incluso en la Plaza de Mayo que es el principal lugar de debate histórico de nuestro pueblo.
 
Se pueden tomar medidas de fuerza, trabajos a reglamentos, paros, apelar a cualquiera de los mecanismos que permite la Constitución y la vida en comunidad. Una sociedad que reclama por sus mejoras, que quiere progresar y que protesta frente a las injusticias es una sociedad que está viva, en movimiento, que no se resigna. Pero si un grupo chico de personas lo primero que hace es cortar la calle o la ruta es un facilismo que perjudica al resto de los vecinos y ciudadanos. Es, incluso, la demostración de que su reclamo no logra la adhesión ni la masividad que les de una mayor legitimidad.

No estamos en emergencia. Todo lo contrario. Hay un gobierno ratificado y reelecto que tiene todo el poder para solucionar los problemas. Vamos ahora a recuperar el respeto entre nosotros y la convivencia pacífica. Tiene razón la presidenta cuando dice que algunos se aprovechan de un gobierno que no quiere reprimir. Pero también debo decir con toda honestidad intelectual y para ser lo mas equilibrado y ecuánime posible que la presidenta debe criticar siempre todos los cortes. No solamente cuando los hacen sectores opositores al gobierno. También debe criticarlos cuando los cortes de rutas o los bloqueos de empresas son producidos por grupos amigos o militantes del gobierno nacional.

Porque nadie me puede negar que eso pasa. Eso va a ayudar a todos. Que no haya hijos ni entenados. Que la ley sea pareja para todos. Ningún privilegio para los amigos. Los cortes deben ser criticados siempre. No importa si protestan contra Cristina, contra Macri o contra Binner. Lo que debe rechazarse es la metodología. No hay que fijarse en la camiseta del que corta y recién pensar si son amigos o adversarios, si conviene o no criticarlos.

El día que no haya funcionarios, ni dirigentes sindicales ni políticos que fomenten cortes de ruta habremos dado un salto de madurez democrática. Y el día que la presidenta critique los cortes de sus amigos, también.