La relación entre la presidenta y el jefe de la CGT está pasando por su peor momento. La pelea desatada entre Cristina Fernández de Kirchner y Hugo Moyano recién empieza y promete ser un enfrentamiento para alquilar balcones. Es un choque de titanes. Son las dos personas más poderosas de la Argentina.

Es imposible hacer una comparación entre la legitimidad de la presidenta que acaba de ser reelecta con casi el 54% de los votos y Hugo Moyano que es uno de los dirigentes con mayor imagen negativa en la sociedad. Pero Moyano tiene una capacidad de daño que lo convierte en un enemigo de temer. ¿Qué está pasando en estas últimas horas? Cada uno se está preparando para el combate de fondo. Los Moyano no solamente tienen las mismas vocales que “Los Soprano”. Hay otras cosas que identifican a ambas familias. Los Moyano tienen la estrategia clara y los roles bien establecidos.
 
Facundo, es el ala izquierda, el más moderno y culto y el más cercano al pensamiento kirchnerista. Es el conductor del gremio de los empleados de peaje y curte un look fashion militante que coquetea y tiene buenas relaciones tanto con La Cámpora como con el Movimiento Evita. Pablo, su hermano y heredero de Hugo en el gremio de los camioneros, es mas rudo, va a los bifes y ocupa el ala derecha de la familia.
 
Lo trata de disimular pero no se banca al gobierno nacional. Cree que no valoran el apoyo que su viejo les dio en los momentos difíciles y que lo quieren meter preso. Y Tony Soprano, o mejor dicho Hugo Antonio Moyano es el fiel de la balanza. Ocupa el centro de la cancha, acaricia y castiga según sea necesario, es decir, actúa como un peronista de libro. Admirador de José Ignacio Rucci y de Jimmy Hoffa, el líder de los camioneros norteamericanos al que también acusaban de patotero y mafioso.

Los Moyano todos los días vienen haciendo declaraciones, incluso en algunos medios vinculados al diario Clarín, con varios reclamos bien concretos, pero dos especialmente: que se discuta la ley que reparte las ganancias de las empresas entre los trabajadores y que, de una vez por todas, se aumente el mínimo no imponible a 12.700 pesos para que los trabajadores dejen de pagar impuesto a las ganancias. Hay varios gremios que están presionando fuerte porque a fin de año se nota mas claramente el sablazo que le pegan a sus ingresos y el dinero que les saca el gobierno por un impuesto inadmisible porque, en ese caso, es un impuesto al trabajo.
 
Amenazaron con salir a la calle a protestar. Advirtieron que van a hacer una asamblea en River, con 80 mil trabajadores para tomar medidas de fuerza y, encima, respaldaron al Momo Venegas en sus reclamos pese a que la presidenta lo salió a cruzar por un corte de ruta que hicieron. “Somos consecuentes y no obsecuentes”, disparó Pablo por si quedaba alguna duda. ¿Hasta donde están dispuestos a llegar?, se preguntan todos en la CGT.

¿Qué hace y que piensa Cristina de todo esto? Congela la relación con Hugo Moyano y ni le atiende el teléfono. Alienta a burócratas millonarios menemistas como Oscar Lescano para que salgan a pegarle a Moyano todos los días. Y ayer se fotografió en Cannes con otro gordo de bolsillo llamado Gerardo Martínez.
 
El secretario general de los albañiles tampoco puede explicar su patrimonio. Fue, es y será un sindicalista propatronal y encima no aclaró las acusaciones que algunos delegados le hicieron de que fue buchón del Batallón de Inteligencia 601 durante la dictadura militar. No es precisamente el ejemplo del sindicalismo de nuevo tipo. Sin embargo, Cristina lo llevó a Francia y lo paseó por las alfombras rojas del G-20. Pero eso no es todo. Varios periodistas que trabajan para el gobierno salieron sorpresivamente a castigar a Moyano. En Tiempo Argentino lo acusaron de darle títulos a la prensa hegemónica. Y el periodista que mas habla con la presidenta y que mejor interpreta su pensamiento, Horacio Verbitsky, escribió algo el domingo que vale la pena repasar. Escuche la forma que le dio Verbitsky a las ideas de Cristina:

“El problema es, una vez más, político, y se centra en la racionalidad de las opciones y alianzas de cada uno. Plantear como tema prioritario el mínimo no imponible es una reivindicación lógica de los bien pagos camioneros, no de la CGT. Si alguna experiencia de la historia debería estudiar Moyano, para no repetirla, es la de la tendencia revolucionaria que intentó disputarle el liderazgo a Perón en 1974. Sin duda, la acción frontal con que amenazó su hijo Pablo incomodaría al gobierno, pero a nadie le haría más daño ni tan rápido como a él mismo. La fortaleza sindical es imprescindible para la defensa de los trabajadores, cuya participación en el ingreso debe seguir en ascenso, pero volverla contra el gobierno popular que lo hace posible, protestar apoyo y atropellar con el camión, sería suicida.” Más claro imposible. Sonó el gong, despejen el ring, segundos afuera.