Pocos después de recibir a Donald Trump en Riad, el rey Salmán estuvo con Vladimir Putin en Moscú. Fue una visita histórica: nunca antes un monarca saudita había ido a Rusia. Los contactos rindieron sus frutos, más allá de las diferencias políticas. En una misma semana, Arabia Saudita les compró a Estados Unidos el escudo de derribo de misiles Thaad (siglas en inglés de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud) y a Rusia un poderoso sistema de misiles antiaéreos. En ambos casos alegó como amenaza el programa balístico de su archienemigo Irán. Estados Unidos, a su vez, le vendió aviones de combate a Qatar, sancionado por Arabia Saudita.