Al filo de la campaña, Turquía metió la cola en las elecciones de Holanda. La crisis entre ambos gobiernos aireó la xenofobia contra los musulmanes en particular y contra los extranjeros en general. Intentó sacarle rédito el líder del Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders, un provocador nato. En la campaña, Wilders tildó a los marroquíes de “escoria” y le sugirió al diputado holandés de origen turco Tunahan Kuzu que se fuera del país. En respuesta, Kuzu le reprochó que su partido instaba a prohibir el Corán y cerrar las mezquitas como, en los años treinta, el régimen nazi instaba a prohibir la Torá y cerrar las sinagogas.