El apuro de Donald Trump en volver a la normalidad en junio a pesar del impacto de la pandemia en Estados Unidos refleja la discordancia global en la gestión de la crisis. Otros presidentes, los de México y Brasil, Andrés Manuel López Obrador y Jair Bolsonaro, están en las mismas. El de Nicaragua, Daniel Ortega, reapareció después de 34 días de rara ausencia en uno de los pocos países que no ha decretado la cuarentena ni para el fútbol. Se trata de un síntoma de la cerrazón de los Estados y de las peleas domésticas frente a la impotencia del orden multilateral. En palabras de Trump, la batalla contra “un virus cruel de una tierra distante”.