La gente no es tonta. No le pide a Macri, a Scioli o a Cristina que paren la lluvia. No les pide que hagan magia y frenen un brutal temporal histórico casi sin antecedentes. Los ciudadanos, los vecinos, los inundados, los afectados por este castigo solamente piden una fuerte presencia del estado. Para eso, entre otras cosas pagan los impuestos con tanto esfuerzo. Piden contención, auxilio, eficiencia y presencia. Saben que muy pocas veces llovió como si fuera el diluvio universal. Nadie se los tiene que explicar porque lo vivieron y lo sufrieron y lo siguen sufriendo en carne propia. Pero también comprobaron como los estados de la ciudad, de la provincia y el estado nacional fueron desbordados, fueron superados largamente en su capacidad de reacción frente a la emergencia.

La gente no es tonta. No le pide a Macri, ni a Scioli ni a Cristina que anden de la manito todo el día como si fueran enamorados y que se tiren buenas ondas todo el día. Saben que eso es imposible. Suena insólito e incomprensible pero es la realidad: la presidenta y los jefes de los dos distritos más importantes no se sientan a solucionar los problemas desde hace mucho tiempo. Es mas, desde el gobierno nacional tiran permanentemente chicanas y ponen palos en la rueda. Ven al otro no como un par en el combate contra la injusticia sino como un competidor político. Chiquitaje.

Por eso la gente pide lo mínimo, el sentido común, que articulen la ayuda en momentos de emergencia tan terribles. Que se ayuden mutuamente para generar sinergia y ayudar mejor a los ciudadanos que, perdón por la obviedad, pero a veces parece que no se comprende, son todos argentinos no importa que camiseta partidaria tenga puesta ni de que lado de la avenida General Paz viva. ¿Es tan difícil comprender eso? Hoy la buena noticia es que Macri y Scioli hablaron y se prometieron ayuda mutua. Si no se unen para mejorar la vida cotidiana de la gente que por lo menos se unan frente a la muerte.
 
Los muertos y los cientos de miles de damnificados que perdieron todas sus pertenencias y que están quebrados económica y anímicamente, son argentinos. Macri dijo que fue una tragedia climática. Scioli dijo que fue un desastre sin precedentes. La presidenta todavía no se refirió al tema. Ojalá hoy diga algo al respecto para confortar a las víctimas.

Los periodistas y los políticos nos tenemos que poner siempre del lado de las víctimas. Esa es una postura ética. Los periodistas para denunciar y los políticos para solucionar. Ese es el ADN de cada actividad. Por eso ayer le dije a Diego Santilli y anoche a María Eugenia Vidal que las brigadas de ayuda reaccionaron lentamente, que tardaron demasiado en aparecer en los lugares mas afectados y que, encima, comunicaron mal durante casi todo el día. Muchos municipios de la provincia de Buenos Aires hicieron algo peor todavía: silencio. Intentaron ocultar el desastre y los muertos. Pero la inundación fue de una magnitud que es imposible disimular nada. Es como querer tapar el diluvio con las manos.

Macri estaba de vacaciones en Brasil y se tomó el primer avión. Hizo lo que tenía que hacer. Pero sus colaboradores intentaron ocultar que el no estaba en la ciudad. Horacio Rodríguez Larreta estaba en Europa. Tienen derecho a tomarse vacaciones con su familia. Pero se debe decir siempre la verdad y no sanatear ante los medios. Sergio Massa está en Miami y Tigre, tambien fue arrasado. Pablo Bruera, el intendente de La Plata todavía está luchando contra las aguas que bajan turbias y dejan muchos muertos a la vista. Todo esto es criticable. Pero lo verdaderamente despreciable es la mezquindad de querer ensuciar al otro porque es un competidor electoral. Fueron obscenas las declaraciones de Julio de Vido hablando de la mala gestión de Macri ayer y de Scioli la semana pasada. Justo el ministro De Vido que es el autor material de la política más desastrosa en transporte y energía en la Argentina.

No habían enterrado a los muertos de Capital todavía. No se sabía cuantos bonaerenses habían fallecido y el ministro de Vido ya había prendido el ventilador para tirarle las culpas a los demás. Una provocación grosera en el medio de la batalla por asistir a los que perdieron todo y en algunos casos, a los que perdieron hasta la vida. Hay un tiempo para el dolor, el luto y el pésame solidario, hay un tiempo para atender las necesidades, las urgencias y la emergencia. Y hay otro tiempo para las zancadillas políticas que deben esperar hasta las elecciones. No se puede especular con el dolor ni con las tragedias.

Hacer leña del árbol caído califica al que lo hace. Lo degrada. Y mucho más si ese árbol caído es un argentino que sufre. Necesitamos urgente una tregua en esta guerra política. Necesitamos ver a los dirigentes juntos planificando las soluciones inmediatas y las de fondo que van a llevar tiempo y obras monumentales. La gente no es tonta. Y mas temprano que tarde, pone las cosas en su lugar. Para que terminemos con las divisiones y no nos tape el agua.