El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha lanzado más misiles en un año que su padre desde que empezaron las pruebas, en 2006, hasta su muerte, en 2011. El último ensayo, con un proyectil balístico intercontinental capaz de alcanzar Alaska, quiso ser "un regalo para los bastardos americanos" en la víspera del Día de la Independencia. Un regalo sin moño. Donald Trump reaccionó vía Twitter como si pensara en voz alta: “¿Este tipo no tiene nada mejor que hacer con su vida?”. Parece que no. Y parece que la respuesta de los Estados Unidos con un ejercicio conjunto con Corea del Sur, probando sus propios misiles por imperio, lejos estuvo de borrarle la sonrisa socarrona al excéntrico Brillante Camarada.