Les ha tocado vivir la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. En el sexto año del conflicto de Siria, cada vez son más los que buscan protección y ayuda fuera de sus fronteras. Y cada vez son más, también, los que mueren en el vano intento de cruzar el Mediterráneo. En Europa, la falta de solidaridad ha entornado las puertas. O, en algunas latitudes, las ha sellado a cal y canto. En los Estados Unidos, el veto migratorio de Donald Trump contra los musulmanes de seis países en particular y contra los solicitantes de asilo político en general no ha hecho más que desalentar cualquier tentativa de hallar una vida mejor, al menos digna, en la otra orilla del Atlántico.