La era kirchnerista quedará en la historia por muchas cosas positivas y por muchas negativas. La peor de todas, la más grave, seguramente hay que buscarla en la fractura expuesta que instaló en la sociedad.

El regreso del odio entre hermanos, ese abismo entre ellos y nosotros y la lectura permanente de todo lo que pasa bajo la lógica de amigo-enemigo. Para lograr semejante salto al pasado y al vacío, el gobierno puso utilizó un plan sistemático feroz para atacar la libertad de prensa. Igual que hicieron en Santa Cruz, el objetivo fue que nadie controlara al matrimonio Kirchner y que ellos pudieran controlar a todo el mundo. Casi la negación de la vida republicana.

La base de un autoritarismo con intentos hegemónicos que fue deteriorando la división de poderes y la convivencia pacífica. El presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, el uruguayo Claudio Paolillo dijo que el oficialismo ha demostrado “una creatividad ilimitada para lograr que el pueblo escuche una sola voz: la del gobierno”. Y tiene razón.

Han disparado con todas las armas que utilizaron históricamente los gobiernos despóticos pero le agregaron presiones y aprietes tan novedosos como escandalosos. Lo más suave fue al principio, cuando desde lo más alto del poder llamaban por teléfono para amonestar a los gritos a los periodistas y a los dueños de medios para pedir que despidieran a esos periodistas o sancionaran a los rebeldes que se negaban a dar la versión chupamedias de la historia.

Después se dedicaron a cooptar o directamente a comprar a medios de comunicación enteros con montañas de dinero de la publicidad oficial que se utilizó como zanahoria y látigo en el intento de disciplinar a la prensa independiente. Verdaderas fortunas del dinero público para sostener una maquinaria estatal y para estatal que casi no registró éxito de audiencia pero que sirvió y sirve para insultar, intimidar y escrachar a los políticos opositores y a los periodistas que no se arrodillan ante el poder de turno. Millones para los programas de radio, tele y los diarios y revistas amigas y ni un mango para los otros. Así de sencillo.

Pero no contentos con eso, sumaron la gran novedad del kirchnerismo con respecto al menemismo, por ejemplo. Empezaron a extorsionar a empresarios privados para que también anunciaran en los medios kirchneristas que casi no lograban oyentes ni televidentes ni lectores y finalmente, la patoteada de Guillermo Moreno para que, directamente, las cadenas de supermercados y de venta de electrodomésticos levantaran sus históricos avisos con ofertas para los consumidores tal como ocurrió este fin de semana.

Nadie jamás se había atrevido a dar este paso. Nunca se había llegado a semejante nivel de apriete que pone en peligro la existencia del periodismo libre, las fuentes de trabajo incluso de los supermercados porque se puede producir algún tipo de caída en las ventas, aunque eso está por verse. Cristina fue la autora intelectual de este atropello sin antecedentes. Moreno fue apenas el autor material, su brazo ejecutor.

Asfixiar a los medios de comunicación con el cierre de todo tipo de ingreso publicitario, estatal y privado, es uno de los pasos más grandes que la censura de estado dio en 30 años de democracia. Insisto, nadie se había atrevido a jugar tan fuerte. Contra los medios audiovisuales ya se intentó utilizar la nueva ley de medios que tiene muchos aspectos positivos pero que en manos del gobierno sirve para ocultar críticas y hacer autobombo y propaganda.

La expresión mas pornográfica es “Fútbol para todos”, que aprovecha la masividad y popularidad de ese deporte para inyectar todo el tiempo burdos panfletos que elevan a Cristina a la categoría de Diosa Eterna. En el mismo sentido fueron las avanzadas sobre Papel Prensa, los juicios en plaza pública y el campeonato de escupitajos a los afiches de muchos periodistas, los escraches en vivo y en directo en la calle, las agresiones y la manera coordinada en que operan los medios adictos al servicio del gobierno que les paga.


Si desaparecieran los medios rebeldes, la democracia quedaría sorda, muda y ciega. Sería el deterioro mas grave que se le podría producir al funcionamiento de las instituciones. Ya vimos como se oculta absolutamente todo tipo de críticas y se potencian los misiles contra los que piensan distinto. Eso se llama democracia de un solo poder. O unicato, o cristinato. Eso nos acerca peligrosamente a una democradura.